Nunca antes salvo en tiempos de guerra y excepciones tales como las revueltas estudiantiles de la década de los sesenta, las reivindicaciones sindicales de fábricas de postín sucios altercados en mítines de ciertos partidos políticos en la segunda mitad de los setenta y las algaradas de militares en ciertas discotecas complutenses, acaecidas en la misma época, se habían vivido en la cuna de Cervantes situaciones tan de alto riesgo para el ciudadano de a pie, como las que este año se han dado en nuestras ferias.
Que lástima, que con este aquelarre de presuntas bandas latinas que según ciertos eruditos llegaron de lares cercanos, se hayan confabulado los astros en el recinto ferial y hayamos tenido que asistir a un bing bang en el fantástico universo de nuestras fiestas.
Donde en esperpento, vergüenza y majestuosa traca final, los cometas eran pelotas de goma y porras los asteroides palos, piedras, botellas y papeleras y las estrellas fugaces ciudadanos honrados, poniendo pies en polvorosa, para esquivar la contienda.
Que se hayan empañado de esta manera tan violenta nuestros principales festejos municipales, hasta el punto de obligar a clausurar nuestro recinto ferial por primera vez en su historia, debería dar mucho que pensar al gobierno del consistorio.
Que no es que éste sea culpable de tales acontecimientos pero si en definitiva, el hipotético y presunto responsable de que jamás se repita de nuevo, el caos en nuestras calles sobretodo cuando en un pasado muy cercano en el tiempo, ya existen precedentes de pequeños conatos de la misma índole, en el recinto ferial o en sus aledaños.
Y esperemos del futuro que en nuestras querida ciudad no vuelva a darse estas tensas y violentas situaciones, que afortunadamente no tiñeron de un tinte trágico, el final de nuestras fiestas.
Pero, le ha faltado el canto de un euro, para despertarnos sobresaltados una mañana de Agosto y mascar tragedia en el desayuno, en lugar de krispis, churros o magdalenas.
Ahora es tiempo de poner todos los medios necesarios para que en los años venideros, las ferias y fiestas de Alcalá de Henares con su abanico de espectáculos lúdicos y de ocio, sean un remanso de paz para ciudadanos o visitantes y no una batalla campal de la que haya que salir huyendo, o lo que es peor… con los pies por delante.
Que lástima, que con este aquelarre de presuntas bandas latinas que según ciertos eruditos llegaron de lares cercanos, se hayan confabulado los astros en el recinto ferial y hayamos tenido que asistir a un bing bang