Sin duda el caso más conocido es el de la cantante, productora y actriz Barbra Streisand que, en 2017, después de que su perrita Samantha muriese tras haber compartido 14 años de su vida juntas, decidió clonarla a partir de diferentes muestras de tejido que había recogido del estómago y la saliva del animal mientras vivía. Y en vez de obtener una Samantha, obtuvo dos perritas que, pronto, se dio cuenta de que poco tenían que ver con su adorada mascota.
Pues somos mucho más que nuestro ADN, ya que la personalidad y las vivencias son imposibles de clonar. Eso sin tener en cuenta que, por mucho que ambos animales hayan nacido a partir de la misma secuencia genética, su alimentación y el entorno en el que vivan también va a afectar a su aspecto y a su desarrollo.
No obstante, a pesar de la experiencia de Streisand, la clonación de mascotas es un negocio al alza que en España parece no estar regulado, pero que en Estados Unidos o China mueve millones de dólares al año. Aun así, si queremos clonar a nuestra mascota podemos encontrar diferentes páginas en internet en castellano que ofrecen este servicio en laboratorios situados en el gigante asiático.
Y aunque en la web no se ven los precios, basándonos en las tarifas de otras compañías que ofrecen el mismo servicio, se puede estimar que la clonación de un perro rondaría los 40.000 euros, mientras que un gato costaría algo menos y la de un caballo podría alcanzar los 100.000 euros. Este último servicio sí se ofrece en España por la empresa Embryotools, que ayuda a que los dueños de los equinos puedan tener uno de similares características en cuestión de meses, principalmente porque el animal original era muy bueno en las carreras.
La clonación de un perro rondaría los 40.000 euros, mientras que un gato costaría algo menos y la de un caballo podría alcanzar los 100.000 euros
Pocas probabilidades de éxito y muchas diferencias
El proceso para clonar un animal es muy complejo y no siempre es efectivo. Para realizar esta operación se ha de coger un embrión de la raza que se quiere clonar, extraerle su material genético del núcleo e introducir el de aquel animal que queremos replicar. Una vez que se ve que el embrión es viable, se introduce en el útero de una hembra para que finalice su desarrollo.
No obstante, el conseguir que un embrión sea viable puede requerir cientos de intentos, de hecho, en 2005 una empresa de genética china tuvo que repetir el proceso 1.000 veces para conseguir sacar adelante el clon de un perro.
Más allá de las cuestiones éticas que puede suponer la clonación de una mascota, los expertos en genética advierten de que el resultado no suele ser el esperado, pues el animal resultante, aunque de la misma raza y con muchas de las características de su antecesor, va a resultar muy diferente. Primero, porque lo que normalmente nos hace querer a una mascota es su personalidad, la cual no se puede clonar, y segundo porque hay factores externos, como la alimentación o el propio entorno, que pueden provocar, por ejemplo, que cambie el tono de color del pelo.
¿Es esta realmente la mejor solución para superar el duelo por la muerte de nuestra mascosta?