El otro día, andaba yo de compras varias y al llegar a casa inmerso en la tesitura de hacer recuento del parné empleado en surtir el fondo de armario y las necesidades cotidianas, me vinieron a la mente los comercios visitados, las colas que había esperado para pasar por la caja y lo que es más curioso, haciendo memoria temprana , no tardé en darme cuenta de que salvo una señora, que compró a primera hora de la mañana una hogaza de pan, el resto de clientes que observe a lo largo de la jornada, pagaron con dinero de plástico o simplemente acercando el móvil al datáfono.
Subámonos a la gran trampa del progreso y de los bancos.
No sé si se han puesto ustedes a pensar, en que el progreso es necesario, pero dilucidando sobre el uso o no de las monedas contantes y sonantes, tal vez el abandono del uso de las mismas, obedezca a alguna estrategia de las altas esferas para poder tener al ciudadano controlado.
Pues qué duda cabe y es posible que con una alta probabilidad, toda la información de nuestras compras efectuadas con nombre propio y apellidos, será facilísimo y obligado (en pos de intereses comerciales) por parte de las grandes compañías, la confección de multitudinarias bases de datos donde queden guardados permanentes huella y rastro de esta información valiosa y a posteriori cuando los iluminados consideren necesario confeccionar un sifón de listas con finea comerciales en las que figuren por ejemplo sin ir más lejos, qué clase de productos adquirimos en función de la edad y el sexo, cuales son las costumbres y gustos de cada cual, de que monto dinerario disponemos mes a mes o los lugares donde se consume mas jamón y queso.
Con lo cual, para cualquier compañía confeccionar estadísticas dirigidas a lanzar o potenciar determinados productos, será tan fácil y productivo como lo ha sido hasta ahora, poner un puesto de chuches a la puerta de un colegio, con el consiguiente incremento de beneficios para las mismas.
Eso hablando de las compañías comerciales, que si hablamos de las entidades bancarias, proclamadas a ultranza defensores del ciudadano, pero que sin embargo a lo tonto y como quién no quiere la cosa, se han convertido en los auténticos dueños de nuestra información personal y que no vacilaran en emplearla según convenga a sus fines.
Por tanto, no es difícil deducir que tienen en las manos el control y poder absoluto de la llamada sociedad del progreso.
Progreso para el bolsillo de unos pocos en detrimento de los intereses el resto.
O dicho de otra manera el “Gran Hermano” del siglo XXI en la sombra, que con gran acierto plasmó el celebre escritor George Orwell en su novela “1984” cual si de Julio Verne se tratara, pues tanto uno como el otro acertaron de pleno sobre el futuro incierto, que a la humanidad esperaba.
Procure por todos los medios que usen lo mínimo posible sus datos
Blanco y en botella. Acabáramos.
Así se la pusieron al Felipe II y acabó siendo, el rey del imperio más grande y poderoso del momento.
Súbase usted, al carro del progreso del dinero de plástico o las nuevas tecnologías de pago, que ya se encargara el gran hermano de sustraerle, hasta lo que lleve puesto.
Parece mentira que una gran parte de la sociedad, no nos dé qué pensar, que tras un gran avance casi siempre hay una mente pensante, que promociona el cambio en su propio beneficio.
Súbase usted al carro del progreso, que cuando esté convenientemente acostumbrado y aleccionado, ya habrá olvidado, que el que inventó la historia ya lo hizo, para convertirlo en borrego.
No se trata de anclarnos en el pasado, ni poner trabas o barreras a los nuevos cambios, ni por supuesto convertirnos en los dinosaurios del planeta, pero tal vez no deberíamos entrar al trapo, con tanta soltura de miras y dilucidar de vez en cuando, en cómo nos afectará en un futuro a corto y medio plazo, el sendero trazado y promocionado milimétricamente por el potentado.
Súbase usted al carro del progreso, pero procure por todos los medios, que usen lo mínimo posible sus datos.
Pues cuando ya no exista moneda que llevar en el bolsillo, parte de la libertad soñada del individuo, se nos habrá ido al garete o al traste.
Y todos quedaremos sometidos y presos a la decisión del más fuerte.