Tras la llegada de la pandemia de la COVID-19, la industria tecnológica está sufriendo una de las mayores crisis de los últimos años debido a la rotura en la cadena de suministro de los semiconductores. Es decir, la falta de aquellos chips que son necesarios para el funcionamiento de miles y miles de dispositivos electrónicos, que va desde smartpohnes o tablets hasta coches o servidores.
Es aquí donde sale el nombre de la ciudad de Tres Cantos. Hace más de 30 años, AT&T Electronics, multinacional norteamericana, construía en Tres Cantos la primera fábrica encargada en la instalación de microchips situada fuera de EEUU. Aquello supuso una revolución en aquella época en la ciudad, donde centenares de empresas internacionales iban a conocer el lugar antes de hacer sus pedidos. Por entonces, dicha fabrica era lo más avanzado de nuestro país en los 90.
Pero con el paso de los años fue perdiendo fuerza, con cambios en la dirigencia, primero Lucent, una firma de ultramar fue la encargada de coger el mando y después pasaría a manos de Agere, una escisión de la empresa anteriormente nombrada. La situación comenzaría a torcerse en 2001, cuando la dirección empezó a planear si se debía vender o cerrar la fábrica, sin tener en cuenta al más de millar de trabajadores de alta cualificación y toda la maquinaria de última generación que tenían allí instalada.
Según informa el Confidencial, el motivo de la caída de los encargos de chips fue debida a que los pedidos necesitaban una cuarta parte de su musculo productivo para poder llegar a ellos. La competencia del mercado asiático empezó a entrar con fuerza y para poder ponerse al día era necesaria una inversión de mas 2.000 millones de dólares, cuatro veces más de lo invertido en aquel momento. BP (British Petroleum) rescató aquella fabrica, pero sufrió una remodelación en cuanto a su producción, modificándola a la fabricación de placas solares.
El fracaso de Tres Cantos se establece en un marco tecnológico español y europeo prácticamente inexistente, dentro de un periodo marcado por la deslocalización industrial de las empresas europeas hacia países como China, Taiwán o Corea del Sur, entre otros. Y es aquí donde estas empresas hubiesen cobrado importancia en esta situación de crisis, ya que la dependencia exterior no hubiese llegado a ser tan extrema, si se hubiese seguido apostando por fabricas como la situada hace 30 años en Tres Cantos.
Situación Actual
La llegada de la COVID-19 supuso el cierre de numerosas fábricas en China, la sequía en Taiwán incremento aún más esta crisis y los incendios en el sur de EEUU supusieron la ruptura definitiva en la cadena de suministro de semiconductores. Como consecuencia, esta falta de chips esta suponiendo numerosas pérdidas a empresas del sector tecnológico que han tenido que retrasar muchas de sus producciones y subir el precio de los productos ante la falta de stock.
En una situación actual donde el teletrabajo es una herramienta esencial en nuestro día a día, ha originado un aumento de la demanda de dispositivos electrónicos provocando un cuello de botella. Otra situación similar se vivió con el “boom” de los Tamagochis en 1997. Esta crisis ha incrementado la tensión entre las grandes potencias del mundo, como ha sido el caso de la disputa comercial creada entre China y EEUU con los fabricantes de semiconductores.
A causa de ello, en la actualidad encontramos noticias como que 12 meses más tarde de la salida de consolas de última generación como la PS5 o la Xbox no se encuentran disponibles en el mercado o que las fábricas de coches como Ford, Tesla o Mercedes hayan tenido que poner el ralentí en sus cadenas de producción.
De todo este suceso, Europa es la que sale más perjudicada en gran parte por su externalización y traslado al extranjero de las fábricas de procesadores. Todo esto, junto a las ventas de compañías a otros gigantes internacionales ha provocado que Europa haya perdido en 25 años una buena parte de su competitividad en este mercado, quedando en el continente europeo prácticamente 3-4 empresas que destaquen dentro del sector (Infineon, ASML y STMicroelectronics).