Hay comportamientos de nuestras mascotas que, aunque en un principio nos puedan resultar graciosos o adorables, al consentirlos y dejar que se mantengan a lo largo del tiempo, lo que conseguimos es que acaben siendo verdaderas molestias tanto para los dueños como para aquellas personas desconocidas que se acerquen a interaccionar con ellos.
Una de las más comunes es que el perro ponga las patas encima de aquella persona a la que pretende saludar o a la que quiere que le preste atención. “Por norma general a la gente no le gusta que cuando un desconocido toca a su perro éste se suba encima. Sin embargo, de forma inconsciente llegamos a casa, el perro viene a saludarnos, se sube encima y nosotros le dejamos y le tocamos”, explica Mar González de la Higuera, educadora canina de la escuela Educando Perros de Pinto, que recuerda que el conflicto viene porque el perro es incapaz de distinguir si está bien hacerlo con su dueño pero con el resto de personas no. "Por lo tanto, hay que decidirse: o le dejamos siempre o no”.
Hay que decidirse: o le dejamos siempre o no
Otro de los comportamientos que los dueños suelen tolerar pero que, al final se acaba convirtiendo en una pesadilla, es el ladrido aprendido, con el que perro solicita diferentes atenciones a su humano, ya puede ser comida, un juguete, o simplemente la necesidad de que le hagan caso. “Lo ideal es que desde cachorrito ignoremos ese comportamiento, identificando cuando el ladrido o lloriqueo no es generado por un malestar o miedos", asegura González de la Higuera que da esperanzas a los dueños que piensen que ya es muy tarde para modificar este comportamiento, "cuanto más dejemos el comportamiento más trabajoso será modificarlo pero no es imposible y se logra”.
Los tirones de la correa son otro de los hábitos de nuestros perros que se deberían corregir, pero no tirando más, sino enseñándole que debe respetar el ritmo de su dueño y estar pendiente de lo que este hace. "El perro que está tirando de la correa no piensa: ‘uy si mi dueño se para significa que es porque estoy tirando y lo que tengo que hacer es no tirar’. No, lo que hará será pararse contigo y una vez que inicies el paso volver a tirar y si tiramos simplemente escapa de la fuente de dolor que somos nosotros", explica la educadora canina que da la solución, "cada vez que me mire le premio, si gira conmigo también, si cambio de sentido y viene conmigo también le premio. Es decir, todo lo que requiera atención se lo voy premiando desde que es pequeñito”.