Dos implantes cerebrales con 96 electrodos cada uno han sido los encargados de devolverle el "habla" a un enfermo de 34 años, inmóvil por la enfermedad de ELA. Así, un equipo de científicos suizos y alemanes han conseguido esta proeza que, tras un período de prueba de 100 días, ha conseguido que el joven sea capaz de comunicarse mediante las ondas cerebrales, seleccionando de forma mental las letras y signos en un teclado virtual.
Si bien es cierto que no es la primera vez que se llevan a cabo este tipo de dispositivos para que personas con la enfermedad puedan volver a comunicarse mediante movimientos de ojos o músculos de la cara, se trata de la primera vez que un paciente que ha perdido por completo su control muscular y su capacidad comunicativa lo consigue al más puro estilo Stephen Hawking, el gran científico británico.
Creemos que nuestro estudio es el primero que logra una comunicación en sujetos que han perdido toda la capacidad de movimiento y, por tanto, este BCI es su único medio de comunicación - Jonas Zimmermann, director del proyecto
Quien ha liderado este avance ha sido el Centro Wyss Center de Neuroingeniería en Suiza junto con la Universidad de Tübingen. El implante ha sido colocado en el cerebro de un paciente que sufre una fase muy avanzada de ELA. El joven, que no podía mover siquiera sus ojos, ha sido capaz de decir su nombre en un hospital alemán donde ha recibido este tratamiento que, a pesar de ser experimental, ha esperanzando a la comunidad científica y médica.
El mecanismo funciona mediante el envío de señales cerebrales a la interfaz cerebro-ordenador, que toma el nombre de "BCI". Inmediatamente, este las decodifica y forma letras en un proceso conocido como "sistema auditivo de neurorretroalimentación" o "retroalimentación auditiva" mediante dos microelectrodos intracorticales implantados quirúrgicamente en la corteza motora.
Este sistema ha permitido ir más allá de los movimientos de los ojos o músculos faciales. Durante dos años de duro trabajo, el paciente ha aprendido a generar actividad cerebral con diferentes movimientos y las señales, una vez detectadas por los microelectrodos, se decodifican en el modelo de aprendizaje automático a tiempo real. La herramienta "mapea" las señales y les atribuye un "sí" o "no" y descartar o confirmar la letra, hasta formar palabras y frases completas. La velocidad es de un carácter por minuto, más o menos.