En España, hemos adoptado el cambio de horario como una de nuestras tradiciones; aunque en realidad, el inicio de esta modificación horaria se remonta tiempo atrás. Los primeros en realizarla fueron los romanos; se percataron de que las escalas de sus relojes variaban según la época del año, esto provocaba que una hora durara más en verano que en invierno.
Este cambio de horario que tanta confusión produce, persigue en el fondo un beneficioso fin: reducir el consumo de electricidad. Adelantando la hora conseguimos más horas de luz natural al día. Esta medida ahorrativa ya la implantaron personajes históricos como Benjamin Franklin, que obligó a sus ciudadanos a madrugar para lograr reducir el consumo de velas, e incluso Alemania durante la Primera Guerra Mundial para economizar el uso del carbón.
Los cambios de hora quedaron oficialmente instaurados en la década de los 70 debido a la crisis del petróleo y desde aquel entonces, las manecillas de nuestros relojes no han parado de adelantarse o atrasarse en función de las horas de luz.
La transición al cambio de verano tiene como objetivo el ahorro energético.
El paso al horario de verano de este año 2021, se producirá como marca la norma: durante la madrugada del último domingo de marzo, a la dos serán las tres. El día 28 de marzo de 2021 nos levantaremos habiendo dormido una hora menos, pero ganando horas diurnas.
A pesar del ahorro energético que se eleva hasta el 5% según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), nuestro cuerpo sufre las consecuencias de este adelanto. Los sectores de la población que más afectados se verán serán los niños y los ancianos. Según los expertos, es normal que nuestros patrones de sueño se vean alterados, que el descanso empeore, que aumenten las migrañas e incluso aparezcan mareos. Todos estos efectos son fruto del jet-lag inducido por el cambio de nuestra rutina.
La Comisión Europea quiso terminar con los cambios de hora en 2019, pero la decisión fue atrasada por el Parlamento Europeo hasta 2021. Teóricamente, este año será el último en el que tengamos que cambiar los relojes. Mientras Europa decide, disfrutemos de las horas de sol que se avecinan.