Unas 15.000 personas viven en la daira de Miyek. Esta daira es una de las cuatro en que se divide el campamento de Refugiados Saharahuis de Ausser. La subsistencia de este campamento de refugiados depende de ACNUR y de las aportaciones de países y municipios. Entre estas ayudas se encuentra la que aporta el municipio de Coslada que en la actualidad está colaborando en la construcción de una biblioteca en la zona.
En el año 2008 una asociación de escritores españoles denominada “bubisher” puso en marcha una red de bibliotecas y bibliobuses para acercar a la población juvenil la lectura, animación cultural, conexión a internet y donde hubiese espacios de encuentro y socialización. A partir de ahí se construyeron las primeras bibliotecas. Y una de ellas se ha levantado en Miyek. Desde el principio el Ayuntamiento de Coslada ha apoyado el “bubi” de Miyek aportando 31.248 euros para la construcción de la biblioteca, para bibliobuses y para realizar tanto acciones formativas como para pagar al personal que trabaja en la biblioteca.
Coslada se hermanó con Myjek en el año 1993 con el objetivo de hacerles llegar ayuda humanitaria, apoyar la causa saharaui y denunciar las violaciones de los derechos humanos por parte de Marruecos. Desde entonces el municipio madrileño colabora activamente para mejorar la calidad de vida de los saharauis enviando comida, mantas y aportando medios. Además ha colaborado en proyectos para garantizar la salud de los refugiados y sobre todo la educación de los niños y niñas.
La subsistencia de este campamento de refugiados depende de ACNUR y de las aportaciones de países y municipios. Entre estas ayudas se encuentra la que aporta el municipio de Coslada que en la actualidad está colaborando en la construcción de una biblioteca en la zona.
Las 15.000 personas se alojan en tiendas de campaña denominadas jairas y en casas de adobe. En el año 1975 España abandonó su provincia del Sahara Occidental y ésta fue ocupada ilegalmente por Marruecos. Estos ciudadanos viven en el campamento con el sueño de algún día poder volver a su tierra en el Sahara Occidental.
Para Agustín González, concejal de Cooperación Internacional “colaborar con proyectos de estas características es una responsabilidad que tenemos como españoles, que no supimos o pudimos defender a nuestros conciudadanos saharauis de aquella época. Pero, además, los proyectos de bibliotecas son una herramienta para garantizar un futuro mejor a las generaciones que han nacido y crecido en campos de refugiados sin otro futuro que esperar a que la comunidad internacional cumpla con los acuerdos y resoluciones de Naciones Unidas”.