El Centro Sociocultural Las Catalinas acoge hasta el 28 de mayo la exposición "1975 Cambio de tercio", una muestra centrada en un año clave en la Historia de España, que certificó el comienzo de una nueva época y también afectó al ámbito de los festejos taurinos.
Las fotografías del archivo del reportero gráfico taurino Santos Trullo (1938-1984) reflejan los conflictos, contradicciones y esperanzas del momento. Asimismo, las imágenes ofrecen el retrato social de una época que estaba llamada a protagonizar modificaciones trascendentales, a la vez que relata la crónica sentimental de toda una generación.
En este sentido, cabe destacar que El Ruedo —la revista taurina de referencia— dejó de ser una publicación «temática» para convertirse en una «moderna», haciéndose eco de los estilos presentes (tanto en el diseño como en los contenidos), y tratando temas de la crónica rosa, las formas de consumo y la opinión de la intelectualidad y la farándula de entonces. Algunos de los entrevistados se referían en malos términos a la tauromaquia, pero para la línea editorial no era un problema.
Las imágenes ofrecen el retrato social de una época que estaba llamada a protagonizar modificaciones trascendentales
Entre sus páginas podemos revisitar el ocaso de la dictadura, el auge del papel público de las mujeres, el fenómeno del destape, la libertad sexual, el fenómeno de la Movida Madrileña, los avances en Derechos y el rol de la censura.
El artista visual David Trullo, hijo del fotógrafo y comisario de la exposición, nos comenta: «La exposición revisita nuestra historia reciente y pretende cuestionarnos si hemos o no evolucionado, y cómo lo hemos hecho. Habla, así, más de nuestro presente que de nuestro pasado. Ofrece un repaso peculiar de ese año clave en la historia de España, así como de los inmediatamente anteriores y posteriores, a través de retratos de personalidades de la época, muchos de ellos aún famosos y otros olvidados o recientemente desaparecidos. Hablamos de una 'arqueología moderna', porque se trata de un archivo que tiene tan solo cincuenta años, límite justo para ser considerado arqueológico».