Unos paisajes de ensueño, rutas a pie, en bicicleta, nieves eternas en las altas cimas y un montón de ciudades y pueblos para disfrutar en las montañas más altas de Europa. No te puedes perder este viaje.

Los Alpes franceses son uno de esos destinos de postal que no puedes dejar de visitar ni en verano ni en invierno. Porque aunque la fama de la zona se la lleven estaciones de esquí como Chamonix o Courchevel, el encanto de sus pueblos y ciudades, la belleza de sus paisajes y la excelencia de su gastronomía no te dejarán indiferente en cualquier época del año.

Uno de los tesoros más significativos de la zona es la turística ciudad de Annecy, conocida como la Venecia de los Alpes, esta ciudad está llena de encanto. Uno de los reclamos más bonitos de la ciudad es su lago, que los locales califican como si fuesen dos, ya que tiene una zona más turística, navegable y muy abierta, que contrasta con la parte más abrupta , que solo se puede atravesar en verano. El lago de Annecy está rodeado por un agradable parque y una amplia pradera en la que hacer un picnic con una baguette o un croque-monsieur. Además, la "Vieille ville", con sus canales y sus calles peatonales es un paseo ineludible en esta zona de montaña. En sus terrazas y restaurantes puedes disfrutar de lo mejor de la gastronomía alpina.

Aix-Les-Bains, menos conocida que Annecy, es también un destino de ensueño. De nuevo una ciudad que ha crecido al amparo de un lago, el Bourguet, que con sus 18 km de largo, es el mayor lago natural de origen glaciar de Francia. En la ciudad, antiguo destino termal muy apreciado por la nobleza, podrás disfrutar de su casino, de sus hoteles, pensados en el relax, o de la fritura del lago, unos pequeños pescaditos acompañados de patatas fritas con los que descubrirás un nuevo horizonte dentro de la cocina de la zona.

El último de los destinos urbanos que vamos a recorrer (por hoy) es Yvoire, un pueblo de ensueño, con calles de piedra plagadas de las más bonitas flores y, de nuevo, un lago que la preside. En este caso, el lago es el Lemán, y desde su orilla podrás ver Ginebra, su "jet d'eau" y cientos de barcos y veleros que navegan sus aguas.

Y pasamos a la naturaleza, el verdadero tesoro de las montañas. Y es que para disfrutar tan cerca del cielo no puedes dejar de acercarte al Alpe D'Huez, donde los ciclistas del Tour de Francia demuestran su mayor fuerza. Disfrutar del agua con los lagos o  las cascadas, como la de Arpenaz, en Salanches, es algo imprescindible en verano. Y por supuesto, subir a las más altas cimas, como el Mont Blanc (no es un paseo fácil, aunque si que está al alcance de la mayoría de los alpinsitas, pero puedes disfrutar de su vista muy de cerca cogiendo el teleférico que sale de Chamonix). 

Pero además de andar, los Alpes franceses ofrecen la posibilidad de disfrutar de deportes de aventura más allá del esquí, que también se puede practicar en verano en las nieves eternas de Tignes. Paseos a pie, en bicicleta, a caballo, barranquismo, windsurf... Las posibilidades son inmensas y el entorno inigualable.

Y no podemos dejar de lado la gastronomía: Francia es sin duda uno de los grandes referentes mundiales en cocina, y parte de su éxito lo debe a los platos de la región alpina. Basada en los quesos, con la Tartiflette, la Fondue o la Raclette como sus mayores exponentes, tampoco podrás dejar escapar sus postres, su repostería o sus carnes.

Sin duda, los Alpes Franceses son un destino para disfrutar con todos los sentidos.