Por si había dudas, Francia puede vender más que moda y cosmopolitismo. Sus atractivos no se restringen a París y su Torre Eiffel. Los encantos de la costa bretona son dignos de admiración, empezando por el majestuoso Mont Saint-Michel y sus caprichosas mareas. Una estampa medieval que bien merece una visita.
Nantes
La cuna de Julio Verne no deja indiferente a quien tiene el privilegio de pasear por sus adoquinadas calles. Les Machines de L´île alberga una de los mayores espectáculos donde las máquinas cobran vida. El Gran Elefante puede subir a 12 metros de altura a un total de 49 intrépidos que estén dispuestos a obtener una mágica panorámica de Nantes. Tampoco podéis dejar de visitar la catedral de San Pedro y San Pablo de estilo gótico o la neoclásica Ópera Graslin.
Pasaje Pommeraye
Si no os parece suficiente, no hay mejor broche para dejarse cautivar por Nantes que el Pasaje Pommeraye. Una imponente galería de gran riqueza arquitectónica que alberga las creaciones de los mejores diseñadores europeos.
Rennes
La capital de la Bretaña francesa acumula multitud de construcciones con entramado de madera. Sus calles empedradas se abren para dejar paso a la Place de Sainte-Anne, corazón de la ciudad. La plaza, rodeada de pintorescas casas del siglo XVII, compone una atmósfera idílica que alberga la vida de la ciudad, llena de terrazas y pequeños comercios. La Iglesia de Saint Aubien y el Palacio del Parlamento, son las mayores joyas arquitectónicas con las que cuenta Rennes.
Place de Sainte-Anne
Mont Saint- Michel
“El Mont-Saint-Michel es para Francia lo que la Gran Pirámide es para Egipto” decía Victor Hugo y no iba desencaminado. Este tesoro de la humanidad es uno de los lugares más visitados de toda Francia. Las imponentes mareas son capaces de aislar por completo la abadía en honor al arcángel San Miguel. Una majestuosa instantánea que completan los hostales, restaurantes y tiendas que se extienden a lo largo de Saint Michel hasta llegar a la inexpugnable abadía gótica en la que destaca el claustro y la Sala de los Caballeros. Una visita insuperable y por la que merece la pena pagar la visita guiada.
Mont-Saint-Michel
Saint Malo
Una imponente fortaleza caracteriza Saint-Malo. Más de 1.700 metros de muralla protegen sus calles llenas de vida. El paseo por las murallas nos permite disfrutar de las callejuelas de la ciudad y, al otro lado, las magníficas vistas de las playas y el puerto. Además, Saint Malo representa uno de los mayores exponentes gastronómicos de la Bretaña. Sus creperías y marisquerías harán las delicias de los visitantes.
Muralla Saint-Malo
Atrévete a descubrir
La Bretaña francesa aún tiene mucho más que mostrar. Uno de sus rincones más idílicos lo representa Locronan. Un encantador pueblo celta repleto de pequeñas casas esculpidas en piedra. Nada tiene que envidiar la genuina Vannes rebosante de palacetes y jardines diseñados al milímetro. Tampoco podemos olvidarnos de Fourgères. Un pueblo protegido por una extensa fortaleza que esconde la mítica Iglesia de Saint- Sulpice. Brest, Quimper o Vitré son destinos que merece la pena descubrir.
Locronan
“El Mont-Saint-Michel es para Francia lo que la Gran Pirámide es para Egipto” decía Victor Hugo y no iba desencaminado.
¿Dónde comer?
La Bretaña está plagada de acogedores restaurantes con magníficas muestras de la gastronomía francesa. Los crepes, tanto salados como dulces, y los galattes son la especialidad de la región aunque no la única. Los amantes de las ostras no pueden dejar de visitar Cancale. A Cancale se la conoce como la perla de la Costa Esmeralda. Un pequeño pueblo donde sus ostras son apreciadas desde la época romana. Todo un manjar.
Ostras de Cancale
¿Dónde dormir?
Los alojamientos no destacan por ser baratos. En el caso del Mont Saint-Michel, los hoteles que se encuentran en su interior tienen un precio por noche elevado. Recomendamos hospedarse en algunos de los hostales que hay a pocos kilómetros. Para quienes estén dispuestos a ser más generosos, la Bretaña cuenta con pequeñas villas de cuento. Un ejemplo es Le Château des Tesnières con un precio que ronda los 130 eruos por noche.
Consejo inteligente
Además de las típicas recomendaciones de reservar los alojamientos y vuelos con antelación, debemos sumar el alquiler de un coche que nos permita desplazarnos a nuestro antojo y decidir el tiempo que queremos permanecer en cada punto de nuestra ruta. Aunque es la opción más cara, si lo compramos con las rutas que se ofrecen en autobús, el esfuerzo merece la pena.