@exposito_alba
El próximo 14 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Diabetes y esta fecha se convierte en una oportunidad ideal para aclarar algunos conceptos. Eso sí, hoy dejaremos a un lado la diabetes tipo 2, ya que como paciente de diabetes tipo 1, sé que existen una serie de ideas sobre la misma que no son del todo ciertas. Vamos a aprovechar que se acerca esta fecha especial para hablar de cómo nos enfrentamos a la vida, o a una parte de ella, teniendo esta enfermedad crónica, que suele aparecer en edades tempranas o durante la juventud. Y no. En su tipo 1, no llega por comer demasiados caramelos o chocolate.
No solo los dulces tienen azúcar
En la alimentación, la clave es controlar los hidratos de carbono, ya que son estos los que van a influir en nuestros niveles de glucosa. Los diabéticos comemos pasta, arroz o cereales, pero también frutas, verduras, lácteos, carnes y pescados.
Hay que evitar el azúcar, pero no solo el que contienen alimentos como la bollería, sino la que se encuentra en otros productos procesados. Por ejemplo, los snacks tienen una alta cantidad de azúcares.
Las reglas del ‘juego’
Lo ideal es evitar estos alimentos, aunque pueden darse situaciones en las que, casi todos, terminaremos probándolos. Es importante reducir estos episodios, pero, si ocurren, hay que tener en cuenta que no es lo mismo tomar dos trozos de tarta que un puñado de gusanitos. También es bueno anticiparse a la situación. Si sabemos que vamos a comer un pastel de postre, podemos optar por un plato principal con bajo aporte de hidratos.
Si tenemos una hipoglucemia o, lo que es lo mismo, una bajada en los niveles de glucosa, debemos tomar azúcar. Lo mejor es tomarla con un vaso de agua. De hecho, aprovechar una bajada para comer algo de ‘la lista de prohibidos’ puede ser contraproducente, ya que este tipo de alimentos suele tener grasa, que ralentiza la absorción del azúcar y nos hará sentirnos mal durante más tiempo.
Hay que evitar el azúcar, pero no solo el que contienen alimentos como la bollería, sino la que se encuentra en otros productos procesados
¿Qué ocurre con el alcohol?
El consumo de alcohol no está, para nada, recomendado en personas diabéticas, puesto que influye negativamente en nuestros niveles de azúcar en sangre. De hecho, suele provocar la bajada de los mismos, por lo que, si se decide tomar una copa, es mejor hacerlo con un refresco azucarado. Aunque no deja de ser complicado calcular si esta cantidad ‘extra’ de azúcar nos elevará demasiado los niveles a pesar del efecto del alcohol, es preferible corregirlos a sufrir una bajada severa, ya que el descenso del índice glucémico puede darse hasta varias horas después de ingerir alcohol.
La diabetes no se cura
El ejercicio físico y una dieta equilibrada ayudan a mantener un buen control glucémico, pero no eliminan la enfermedad ni su tratamiento. Eso sí, las dosis que empleados o el número de veces que nos inyectamos insulina pueden llegar a disminuir. Sin duda, un buen control garantiza una mejor calidad de vida.