No soy profesional ni tengo una formación general o específica en el ámbito sanitario, pero acumulo quince años de experiencia en lidiar con la menstruación y sus efectos. Quizás es porque estoy escribiendo la columna de esta edición después de haber pasado una mala noche o porque este mes, la regla se está haciendo notar con especial intensidad, pero creo que ha llegado el momento de señalar que el insomnio menstrual, o premenstrual, existe.
Son varios los expertos que señalan directamente al nivel de progesterona, o más bien a la bajada del mismo, al final del ciclo menstrual como causante de esa falta de sueño que puede resultar tan molesta. Sí, aunque a veces parezca casualidad, el baile de hormonas que se produce durante la menstruación y el síndrome premenstrual puede ser la causa directa del insomnio que sufrimos algunos meses. Además, las molestias, los cambios en nuestro estado de ánimo e, incluso, los métodos (a veces incómodos) que utilizamos para no mancharnos con el sangrado pueden provocarnos una alteración que nos impide conciliar el sueño y descansar plácidamente.
Me funciona saber que esa emoción que me está provocando más preocupación de lo normal se está alimentando de mis cambios hormonales
Anoche, yo no pude evitar que mi sueño se descontrolase y es cierto que el calor tampoco ayudó a que lo consiguiese, pero siempre me resulta más sencillo dormir cuando identifico la causa que me lo impide. Conocer nuestro ciclo y aceptarlo siempre facilita la tarea de enfrentarse a sus efectos negativos, a nivel físico o emocional. Por ello es tan importante hablar, preguntar, escuchar o leer sobre nuestras reglas.
En el caso del insomnio, a mí me funciona saber que esa emoción que me está provocando más preocupación de lo normal se está alimentando de mis cambios hormonales. Además, me ayuda darme una ducha justo antes de dormir, tomar una infusión (o un ibuprofeno, en caso de emergencia) que relaje mis molestias y usar un método higiénico que me resulte lo más cómodo posible para pasar varias horas tumbada. Es probable que alguno de estos trucos también os resulte útiles a vosotras, pero lo cierto es que cada ciclo es un universo propio y lo mejor es atreverse a explorarlos hasta sentirnos como en casa. Conocerse es la clave.