Editorial
Las prisas, las compras, el queridísimo revuelo de gente en pleno centro... Parece que llega Navidad y la gente empieza a apresurarse, a no ver más allá de lo visible y palpable, de lo material y físico. ¿Qué pasa con el verdadero espíritu de la Navidad?
Dónde quedaron aquellas tardes de invierno en casa con la familia comiendo polvorones. Dónde quedaron aquellas noches cantando villancicos al ritmo de zambomba y de la típica botella de anís que nuestros abuelos guardaban en ese antiguo mueble bar. Qué ha sucedido con el momento tan alegre de montar el árbol de Navidad. Por desgracia perdemos, a medida que pasa el tiempo, ese espíritu navideño que con tanto amor deberíamos guardar bajo llave. Quizás esta sociedad se ha hecho materialista y se estén empezando a perder estos valores, pero allá donde exista la magia de la Navidad, todavía habrá un rayito de esperanza para hacerla bonita a ojos de todos.
Ojalá y este 2017 sea renovador, venga lleno de aires frescos y nuevas oportunidades y sueños. Sueños que en este 2016 no han podido, o sí, cumplirse pero que nunca han conseguido que se pierda la esperanza ante cualquier altibajo. Debemos dar la bienvenida a un 2017 en el que confiamos y del que esperamos grandes momentos. Conseguirá hacer más llevadero todo este “caos” que hemos vivido desde hace unos años, ¿por qué no? Todo lo bueno llega, tarde o temprano.
Creemos que la alegría es efímera, que el apoyo entre personas es incondicional, que la ayuda es imprescindible, que los malos momentos son pasajeros, que la felicidad no tiene límite, y que la Navidad y el nuevo año conseguirán que se vaya un año recordable y llegue un año especial. Sed felices el resto del tiempo; reíd, llorad, vivid al límite y, por supuesto, que la alegría inunde vuestros corazones.
¡Os deseamos Feliz Navidad y próspero Año Nuevo!