¿Hasta dónde llega la crueldad del ser humano?, ¿cómo de oscura puede llegar a ser nuestra alma? Nos gustaría pensar que hay límites infranqueables en los que, por naturaleza, seríamos incapaces de traspasar pero, por desgracia, hay capítulos en la historia que nos muestran una realidad muy distinta.
“Auschwitz: no hace mucho. No muy lejos” es más que una exposición. Es un recorrido por los más perturbadores actos del ser humano que hacen replantearse nuestra propia condición. Ese es el objetivo de Musealia, encargada de mostrar a los madrileños los más de 600 enseres personales de las víctimas y los verdugos del campo de concentración de la Alemania nazi en Polonia. Auschwitz se muestra auténtico, sin filtros, con sus fantasmas, sus vergüenzas pero sin caer en el morbo gratuito. El objetivo de sus precursores es claro: mover conciencias.
Viaje al recuerdo
La mejor medicina contra la ignorancia es la verdad. No hay lecciones más auténticas que aquellas que te remueven por dentro. Un zapato de niño con un calcetín dentro o los testimonios más desgarradores de algunos de los supervivientes de Auschwitz-Birkenau se muestran sin tapujos en el Centro de Exposiciones Arte Canal. Las piezas originales e inéditas se expondrán en la capital hasta el próximo 17 de junio de 2018.
La exposición nos enseña algunos de los vestigios de esa cruda realidad: maletas, gafas, una lata de Zyklon B, una máscara de gas, un barracón…
Los más de 2.500 m2 de exposición repasan la atroz historia del campo de exterminio donde fueron asesinadas 1.100.000 personas hasta enero de 1945, fecha en la que el ejército rojo lo liberó.
Testigos del horror
“El miedo tiene un olor muy característico. Creo que, aunque viva 100 años, no se irá de mi”. Es la voz de una superviviente que relata cómo subió a uno de los vagones que llevaban a Auschwitz aunque desconocía lo que le aguardaba al final del viaje.
El desconcierto y el miedo se apoderaban de los 80 deportados que podían llegar a compartir un mismo vagón, hacinados como el ganado. Bajar del tren no era más alentador. La exposición nos enseña algunos de los vestigios de esa cruda realidad: maletas, gafas, una lata de Zyklon B, una máscara de gas, un barracón…
Ahora somos nosotros a los que nos toca emprender un viaje al pasado para que el horror no vuelva a repetirse. Aspiramos a no olvidar. No olvidar para no volver atrás.