Había ganas en el C.F. Fuenlabrada de que una victoria ante el Navalcarnero sirviera para calmar las aguas tras la dolorosa derrota ante el Sanse hace una semana. Pero, como se suele decir, a perro flaco, todo son pulgas.
Isi y Cristóbal eran las principales novedades en el once de Josip Visnjic para enfrentarse a un conjunto recién ascendido a la Segunda B y que llegaba sin miedo al Fernando Torres. Un Torres, por cierto, que presentó una gran entrada.
Pero el partido no empezó bien. Se notaron los nervios entre la defensa azulona. El equipo pecó, desde el primer minuto, de una ansiedad que le superó a la hora de crear juego. Isi lo intentaba, pero la falta de movimientos de sus compañeros hacía difícil la misión de provocar peligro en la portería rival.
Así, la mejor prueba la tuvimos a la media hora del encuentro. Isma Gil sacaba de puerta en corto, encontrando a Lolo Pavón. El central cedía al centro de su propia área para Paco Candela, en un balón que no revestía ninguna complicación. La falta de concentración del mediocentro hacía que la pelota se le escapara de sus pies y que llegara a parar a Alberto, que batía con total facilidad a un Isma Gil que quedaba completamente vendido.
De nuevo, al Fuenla le tocaba remar contracorriente, una circunstancia que, hacía tan solo dos semanas, había solventado a las mil maravillas, pero que, en esta ocasión, iba a acabar con la paciencia de los aficionados fuenlabreños.
El C.F. Fuenlabrada es antepenúltimo con tan solo tres puntos logrados
Ya en la segunda parte, Visnjic intentaba cambiar el panorama introduciendo dos cambios: entraban Diego Cervero y Abel Molinero para dar más alternativas al ataque del Fuenlabrada. Pero ni con esas.
En el minuto 61, una falta lateral botada por el Navalcarnero acababa en el pie derecho de Joaquín, que lograba el segundo tanto y cerraba un encuentro que, a muchos, recordó al del año pasado ante el Rayo Majadahonda.
Es el segundo equipo que muestra las carencias de un C.F. Fuenlabrada que tiene mucho que mejorar. El público mostró su enfado por el juego del equipo, al que se vio sin chispa y con una preocupante falta de ideas durante los 90 minutos.
Como dijo el propio míster, el Fuenla ha tocado fondo y, ahora, solo queda trabajar, trabajar y seguir trabajando. La paciencia es lo más importante.