No hay en el mundo una carrera como el Rally Dakar. Las dunas –las malditas dunas-, las piedras, el calor, el estar perdido en mitad de un desierto. Navegar con tu coche, tu moto o tu camión, rezando porque al final de aquella duna no haya caída.
Han pasado tres días desde que Juan Félix Bravo piso, de nuevo, España. Sin embargo, sigue corriendo su particular Dakar por las noches. De repente, nervioso, se despierta, creyendo superar un nuevo obstáculo en su ruta. “Nos pasa a muchos”, nos comenta.
El piloto fuenlabreño ha cerrado su primera participación en la prueba por excelencia del motor mundial con sobresaliente: ha conseguido acabarla. Nos visita para contarnos cómo ha ido una aventura en la que ha compartido buggy con el piloto catalán Joan Font.
Experiencia única
Han sido 10 días, más de 350 kilómetros recorriendo Perú y soportando el “dormir 3 o 4 horas”, luchando contra el agotamiento físico y mental. “Este tipo de pruebas es más una aventura que una carrera”, nos explica Juan Félix, contándonos que el Dakar ha cumplido sus expectativas.
El madrileño –uno de los 10 presentes en la competición- se encargó en ruta de la navegación, un factor indispensable para poder correr el rally. “Para mí el secreto del Dakar, aparte de hacer un buen equipo con tu compañero, es la navegación. Es la que te hace terminar, no cometer errores y poder ayudar a tu compañero porque si tu no le indicas, el coche se para”.
La única espina que le ha quedado ha sido conducir más. Quizá lo haga en la próxima edición, la de 2020: “mi intención era correr uno, era mi sueño deportivo, pero es cierto que cuando pruebas esto dices: si quiero seguir corriendo o participando en algo, ¿qué me va a dar esta sensación en cualquier otra disciplina?”.
En el Dakar no están los mejores, están los que se lo pueden permitir
Un lujo
El Dakar, como cualquier competición de motor en la actualidad, requiere, sobre todo, de un fuerte apoyo económico para el piloto. Juan Félix lo ha encontrado en Fuenlabrada, su ciudad. “En el Dakar no están los mejores, están los que se lo pueden permitir”, afirma el piloto.
Pero, además del tema económico, se necesita un palmarés deportivo que sustente la presencia de los deportistas en la prueba. Juan Félix cuenta con una dilatada trayectoria detrás, como ser Campeón del Mundo de Motonáutica en el año 2016.
A pesar de que su carrera deportiva ha estado vinculada a las aguas, el Dakar le rondaba por la cabeza desde hace muchos años. En 2018, se quedó a las puertas de estrenarse en la prueba: “tenía asiento y en el Dakar no está mal visto que alguien que llega a última hora con más presupuesto económico le tengas que ceder el puesto”.
Una relación fructífera
A Joan, su compañero de carrera, le conoció un mes antes, en la presentación del Dakar. Tras 10 días juntos, la relación no puede ser mejor. Una relación forjada a base de superar obstáculos, principalmente, en el fesh-fesh, “que es como si cogiéramos harina y volcáramos sacos y sacos, y, por ahí, te pusieras a caminar, a montar en bicicleta o en coche”.
Lo superaron todo, como terminar la prueba solo con la transmisión trasera del coche. Justo en ese punto, nos habla de la importancia de ayudarse los unos a los otros, uno de los mejores recuerdos que le ha dejado el Dakar.
Ahora, Juan Félix afronta “con ganas” la vuelta a la vida laboral y agradece la “cercanía” de los vecinos y vecinas de Fuenlabrada que, durante estos meses, le han mostrado su cariño. Y, por supuesto, ya tiene un nuevo reto: bordear la Península Ibérica con su moto acuática. Pero de eso ya hablaremos…