La organización FACUA Madrid explica a los usuarios cómo reconocer los productos sostenibles a través del siguiente comunicado.
Letras minúsculas que incumplen la normativa, términos incomprensibles, grasas ocultas o 'virtudes' irrelevantes. Las normas de etiquetado son muy estrictas y establecen que la persona consumidora debe poder leer y entender qué compra para poder decidir.
Sin embargo, enfrentarnos a leer la etiqueta de un alimento puede suponer una tarea compleja. Si a ello le sumamos que existen distintas clasificaciones de alimentos y que cada una de ellas cuenta con una regulación específica, el resultado puede ser un laberinto de recomendaciones, porciones y porcentajes para la persona consumidora.
Por ello, FACUA Madrid informa de las cinco claves para comprender las etiquetas de los alimentos y poder hacer un consumo responsable:
1. Los contenidos de la etiqueta
Todos los productos envasados vienen obligados a contener una información mínima en el etiquetado, con independencia de otras normas respectos de alimentos concretos como la carne de vacuno, carne de ave o el pescado, entre otros.
Este contenido de carácter general comprende la denominación del alimento, la identificación de la empresa alimentaria, la lista de ingredientes -de mayor a menor peso-, los alérgenos que contiene, la cantidad neta para productos envasados, la fecha de duración mínima o fecha de caducidad, el modo de empleo y condiciones especiales de conservación y utilización, el país de origen o lugar de procedencia, el grado de alcohol contenido (para bebidas con contenido de alcohol superior a 1,2 % en volumen) y la información nutricional.
También debe indicar si hay algún contenido transgénico, que debemos evitar si queremos apostar por un consumo ecológico.
Tiene que incluir como mínimo el valor energético, las grasas, las grasas saturadas, los hidratos de carbono, los azúcares, las proteínas y la sal
2. La información nutricional obligatoria
La información nutricional que tiene que ofrecernos un producto tiene que incluir como mínimo el valor energético, las grasas, las grasas saturadas, los hidratos de carbono, los azúcares, las proteínas y la sal. Toda esa información debe estar referenciada a "100 gramos o 100 mililitros", lo que nos permitirá comparar productos.
3. El tamaño de la etiqueta
El etiquetado debe ser claro y legible. Para los envases cuya cara mayor tenga una superficie inferior a 10 centímetros cuadrados sólo será obligatorio indicar la denominación del producto, la cantidad neta y el marcado de fechas.
4. Ojo a los ceros
Algunos productos usan como reclamo publicitario "cero grasas", pero eso no significa que no contengan calorías. Los que indican que tienen un cero por ciento de azúcares añadidos tampoco quieren decir que no los contenga, sino que no se la han añadido a la que de por sí contiene ese producto.
5. El porcentaje del valor diario
Algunas veces los productos nos indican el valor diario de una dieta; pero se basa en una dieta de 2000 calorías, que no tiene porqué coincidir con nuestras necesidades nutricionales.