Diversidad, tolerancia y empatía. Siguiendo estos preceptos como ‘modus operandi’, Fuenlabrada ha vuelto a lograrlo, una vez más se ha vuelto a erigir como todo un referente en la materia. Así, el concejal de Feminismo y Diversidad del Ayuntamiento de Fuenlabrada, Raúl Hernández, y el agente responsable del Equipo de Gestión para la Diversidad de la Policía local, Molina, se han trasladado hasta los estudios de Soyde. para contarnos los entresijos de su nuevo proyecto, el ‘Protocolo para la Interacción Policial con Personas Trans’.
Una década marcada por una revolución sin precedentes en cuanto a la salvaguarda y defensa de los derechos humanos se refiere, no podía continuar su andadura sin la adaptación necesaria de las instituciones que amparan a los ciudadanos. Libres, dignos y diversos, sin atender a razones de sexo, raza, religión u orientación sexual. Las calles de nuestro país bramaban anhelando y reivindicando igualdad y respeto; y entonces, Fuenlabrada volvió a dar un paso al frente.
A modo de titular, pregonaba el concejal, el objetivo principal de la confección de este protocolo reside en “ahondar en la necesidad de no dañar la dignidad de nadie, atender correctamente a las personas”. Con este propósito en el horizonte, los tres ejes vertebradores de la iniciativa –ayuntamiento, Policía local y la asociación Chrysallis Madrid- comenzaban a tejer el que sería un protocolo pionero: “es importante que las personas trans sientan que desde el ayuntamiento o desde el equipo de Policía municipal hay un compromiso en defender sus derechos, somos aliados”.
Con que una persona trans sea tratada con el respeto y la dignidad que merece, el protocolo ya suple todo el esfuerzo y el trabajo que ha requerido
Tolerancia cero
La iniciativa fue alumbrada bajo una política de tolerancia cero contra la discriminación. Para establecerla, aseguraba Molina, “son necesarias una serie de pautas de actuación que los policías deben llevar a cabo cuando interactúan con una persona trans”, entre las que destaca: denominar a la persona por su nombre de uso o por el pronombre que corresponde a su identidad de género; facilitar que a la hora de realizar cacheos o registros externos la persona pueda ser quien elija el sexo del agente que lo va a efectuar; y, además, divulgar un breve glosario de términos para comprender cuál es el lenguaje más idóneo en cada caso, saber qué es ofensivo y qué no es ofensivo para el colectivo.
Respecto a quienes cuestionan su existencia, Molina replica, “a nivel local no contamos con unas estadísticas internas para saber cuál es el número de personas trans que hay en el municipio”; sin embargo, incide, “yo creo que aquí los números no importan, es decir, con que solo una persona trans sea tratada con el respeto y la dignidad que merece, el protocolo ya suple todo el esfuerzo y el trabajo que ha requerido”. Para Raúl, la ventaja es que “acerca a las personas a las instituciones”, luchando de esta manera contra la tendencia que registra el Observatorio Regional contra la LGTBIfobia que afirma que “aproximadamente un 60% de las agresiones no se están denunciando”.
¿Unanimidad?
“La filosofía de la Policía local es la de ser la plantilla de todos, todas y, en este caso, todes”, nos confiaba Molina. No obstante, reconocía la labor de la asociación Chrysallis en la elaboración del protocolo. En esta línea, el concejal ponía el acento sobre la necesidad de “estar con las personas que día a día se enfrentan a la problemática para que nos dieran su punto de vista y así conseguir un protocolo al uso que se pudiera utilizar, no algo que quedara rimbombante, que quedara en el aire”.
A pesar de que asumir el liderazgo de la Concejalía “dio vértigo” al principio, Hernández cuenta con ideas claras: “contar con el respaldo del resto de grupos políticos, incluso con el de aquellos que a diario insultan con sus declaraciones a personas LGTB”. Ojalá que así sea.