No le valía solo con ser finisher del Dakar. Tampoco con ser Campeón del Mundo de Motonáutica. Juan Félix Bravo es aventura, pasión y deporte. Es un orgullo para Fuenlabrada y para nuestro país. Sobre todo, porque consigue mezclar, de la mejor forma, deporte y solidaridad, como ha demostrado en su último reto.
Juan Félix Bravo decidió lanzarse a por un reto que había soñado muchas veces: recorrer la Península Ibérica con su moto de agua, desde el País Vasco hasta Cataluña. Un reto mayúsculo que, por fin, ha podido completar. Los medios eran limitados y, para conseguirlo, decidió apostar por una moto de pesca, más duradera y menos rápida. No tendría apoyo, salvo el que fuese encontrando en cada puerto al final de cada etapa. En contra, evidentemente, unas condiciones climatológicas que han ido variando la duración de cada viaje.
Un proyecto que contó con un objetivo muy claro: ayudar, económicamente, a dos asociaciones, la Asociación MenTEAzul de Fuenlabrada y la Fundación Ecomar. Para poder llevarlo a cabo dispuso de varios patrocinadores, que le fueron costeando los gastos propios de cada etapa. Y lo consiguió.
Desde la propia Altea realizó su etapa más larga, llegando hasta Calafell en una etapa de 423 kilómetros y más de 7 horas
Su gran reto
Su viaje comenzó el pasado 22 de septiembre desde Hondarrubia. En la primera etapa completó los 188 kilómetros que separaban su puerto y el puerto de Santander. En la segunda viajó hasta Comillas, con una distancia de 53 kilómetros. Llanes y Villalonga fueron sus siguientes destinos, soportando el duro oleaje y las primeras malas temperaturas de la temporada.
En su paso por Galicia llegó a Viveiro, Espasante y Sanxenxo, con etapas que superaron los 280 kilómetros en un solo día. La primera parada en Portugal la realizó en Afurada de Cima, en Oporto. Pasó por Setúbal antes de volver a España, parando en Ayamonte. Chipiona, Marbella y Altea fueron algunas de las paradas del fuenlabreño, una vez superado el ecuador del viaje.
Desde la propia Altea realizó su etapa más larga, llegando hasta Calafell en una etapa de 423 kilómetros y más de 7 horas. Y, en la última etapa, ha completado la distancia que separaba San Feliu de Guíxols y Portbou.