Omeprazol, esomeprazol, lansoprazol, pantoprazol y rabeprazol son fármacos que impiden que el estómago fabrique mucho ácido, y a todos ellos se les llama “inhibidores de la bomba de protones” por su forma de actuar.
Según el “Informe Anual del Sistema de Salud 2016”, son el grupo farmacéutico de mayor consumo en número de envases a través de receta médica del Sistema Nacional de Salud. Omeprazol, con 54 millones de envases sería el de mayor número de envases facturados. Pero, además, el consumo de estos medicamentos es muy superior en nuestro país que en el resto de los países europeos.
Están indicados para tratar o prevenir problemas estomacales (ardor, reflujo, úlceras...).
Son fármacos eficaces y seguros y los beneficios de su empleo, tanto a corto como a largo plazo, superan los posibles efectos secundarios, siempre que la indicación, dosis y duración sean las adecuadas.
Si estas condiciones no se cumplen, se presentan problemas de seguridad, sobre todo en pacientes mayores, que toman varios fármacos y tienen varias enfermedades.
En determinadas situaciones está justificado tomarlos mucho tiempo, pero a menudo se utilizan más del necesario, y además hay mucho consumo sin receta por su bajo precio.
Están indicados para tratar o prevenir problemas estomacales (ardor, reflujo, úlceras...)
Su prescripción inadecuada también es un problema común porque entre todos hemos colaborado a darles un papel casi mágico con la denominación de “protector del estómago” que parece no tener ningún efecto secundario.
Pero cada vez se describen más efectos adversos, algunos de ellos graves, relacionados con el Omeprazol y resto del grupo, sobre todo por usarlos mucho tiempo y/o a dosis altas. Por eso es importante que la toma de estos medicamentos sea supervisada por el médico, por una indicación clara, y a la menor dosis y el menor tiempo posibles.
Su prescripción médica debe ser prudente y razonada, revisando continuamente su conveniencia y la continuación del tratamiento. La población debe hacer un buen uso, sin banalizar su consumo, pues son medicamentos que, como tal, además de eficaces, también pueden producir efectos adversos.
Las personas que llevan mucho tiempo tomando alguno, pueden replantear la indicación y la dosis junto a su profesional sanitario.
Si no son necesarios, se puede disminuir la cantidad de medicamento a la mitad cada semana, o aumentar el tiempo entre tomas cada 2 o 3 días. Es mejor no dejarlo bruscamente porque el estómago puede estar acostumbrado a sus efectos, y producirse más secreción de ácido de rebote y que vuelvan los síntomas.