Un beso al tapiz y lágrimas, muchas lágrimas. Así celebraba Almudena Cid su pase a la final de sus cuartos Juegos Olímpicos en Pekín. Han pasado casi 11 años, pero, ahora, echando la vista atrás, los recuerda como los mejores de su extensa carrera. Almudena participó en cuatro (además de Pekín, estuvo presente en Atlanta 96, Sidney 00, Atenas 04), siendo la única gimnasta que lo ha logrado hasta el momento.
Toda una vida dedicada a la gimnasia que, en la actualidad, plasma sobre el papel. “Olympia es mi alter-ego, pero mejorado”, así nos presenta a su ‘yo’ llevado a los dibujos, una serie de libros que repasan su trayectoria deportiva y con los que busca servir de apoyo a las gimnastas que hoy empiezan.
Gracias a Olympia, todas ellas “están amando la lectura gracias a que leen algo que les gusta, les ayuda, les motiva, les remueve y les inspira”. Nos lo cuenta tras estar con un grupo muy variado de jóvenes gimnastas de Fuenlabrada (estuvieron presentes chicas de todas las edades del Gimnástico Aldava, del Club Gimnasia Rítmica Khalil Gibran y del Colegio Víctor Jara), a las que enseñó, a través de su agenda, a cómo pueden gestionar mejor su tiempo.
Responsabilidad
Habla con ellas midiendo sus palabras. Almudena es conocedora de la importancia que pueden tener sus frases en estas niñas: “sé que me escuchan milimétricamente y sé que no puedo dar ningún paso en falso cuando estoy hablando de deporte”.
Si me tengo que quedar con una gimnasta, me quedo con Kóstina. Me hizo entender que tenía posibilidad y cabida la mujer dentro de este deporte, no solo las niñas
Se nota en cada una de sus expresiones que, a pesar de haber dejado de competir en 2008, la gimnasia rítmica nunca la abandonará. Ahora, la afronta de otra forma. “La rítmica me dejó un vacío muy grande”, asegura, “pero lo estoy llenando de otra manera”.
Las tablas por el tapiz
Entrenar, salir y competir. Ensayar, salir y actuar. El cambio ha sido drástico, pero son varias las similitudes que acercan el deporte y el teatro. Así lo ha comprobado Almudena Cid encima de un escenario. La pregunta es obligada, ¿qué es más complicado? Se decanta por el deporte, sobre todo, por contar con un elenco que la acompaña en cada función teatral.
Ella se convirtió en la mejor gimnasta española compitiendo sola, ganándose a todo aquel aficionado que la veía en cualquier pabellón. Pero para llegar a ser lo que fue, Almudena tuvo como referentes a varias de las más importantes gimnastas de todos los tiempos.
La gimnasta perfecta para Almudena tendría “la delicadeza de Katsiaryna Halkina, la elegancia de Kudryavtseva, la capacidad de esfuerzo de Mamún y el trabajo con el aparato de las Averinas”.
Pero la mejor, la que marcó su forma de ver la gimnasia rítmica, fue solo una: “si me tengo que quedar con una me quedo con Kóstina. Me hizo entender que tenía posibilidad y cabida la mujer dentro de este deporte, no solo las niñas”.