La vida en un país extranjero siempre es muy diferente a como la imaginamos. Ana Román aprovechó una de las mejores oportunidades que le han llegado y ahora se siente muy orgullosa de lo que hace día a día. “Encontré un trabajo de Au Pair gracias a que la prima de una amiga mía necesitaba una Au Pair en Amsterdam. No me lo pensé dos veces y decidí aventurarme. Aquí me dan estancia, comida y sueldo, así que no puedo pedir más”, nos cuenta alegre la fuenlabreña.
Aventura sobre ruedas
Nuestra aventurera confiesa ser más partidaria del coche que de la bicicleta, y con esta anécdota nos ha quedado claro. “Nada más llegar a Holanda me dijeron que tenía que llevar a los niños en una bicicleta llamada ‘bakfiets’. La bicicleta, que yo nunca había visto una así, tiene un cajón en la parte delantera donde se lleva a los niños, tiene dos ruedas y es difícil de llevar. En mi primer día llevando a los niños nos caímos, aunque he de decir que los niños siguen vivos. Me cambiaron la bicicleta a una de tres ruedas y desde entonces no nos hemos vuelto a caer. Los niños a pesar de todo, se lo pasaron genial, pero para mí fue un mal trago, fue mucha responsabilidad”, nos cuenta entre risas Ana. Además, las risas con el idioma y la forma tan complicada de hablar o intentar dialogar en alemán, están más que aseguradas, por lo que, según nos cuenta nuestra fuenlabreña, en esta ciudad no pasárselo bien es complicado.
Añoranza española
La ciudad de Amsterdam es una de los lugares más bonitos de Holanda. Tiene una gran diversidad cultural, todos sus habitantes son muy agradables, hospitalarios, amables y, en general, tienen una mentalidad muy abierta. “Lo que más me gusta de aquí, a parte de los canales donde nunca te aburres, es la amabilidad de la gente, y la experiencia tan inolvidable que estoy viviendo en esta ciudad”, nos cuenta Ana. Una de las cosas que no puede evitar decirnos es que echa mucho de menos su familia y a sus amigos y lugares tan especiales de España como Fuenlabrada. Además, el tiempo es otro de los inconvenientes que tiene Ámsterdam, pues el sol se deja ver muy poco. “A parte de echar de menos a mi familia, amigos, he de reconocer que echo en falta poder tomarme una cerveza en una terraza con una buena tapa, aquí esa costumbre no existe”, nos cuenta Ana. Nuestra fuenlabreña sabe que volverá, pero aún no ha puesto fecha a su viaje de vuelta. “Quiero seguir recorriendo más mundo después de esta aventura”, explica.
¡Mucha suerte Ana!