¿Quién pensó que estaba loco cuando dije que la democracia estaba en peligro?
Lo grité a los cuatro vientos hace dos años, delante de la exministra Nadia Calviño y cientos de personas influyentes, en la XV Edición de los Premios Anuales de Periodismo y Comunicación de CLABE.
Me miraban raro y Calviño llegó a negar que la democracia estuviera en riesgo. Hoy, sin embargo, lo afirman todos, como si estuviesen descubriendo la pólvora.
Dije que avanzamos hacia un pensamiento único, disfrazado de pluralidad.
Dije que creemos poder elegir y que tenemos poder, pero realmente somos esclavos de la falta de información veraz y plural, de buscar en un solo internet, ¡un solo internet!. El internet de una, dos o tres empresas que nos dan la información que les da la real gana.
Lo dije entonces y me reitero ahora.
Están consiguiendo esterilizarnos cognitivamente, lo que yo denomino una castración química de la inteligencia humana. Para ser más concretos, de los pobres o las clases medias.
El poder se cuela en cualquier ámbito y estamos muy hartos de que lo enfangue todo.
Así que yo estoy convencido de que un medio de comunicación tiene que ser la expresión del pueblo y que debe servir para informarle. También debe servir para expresar el cabreo o la gratitud hacia el poder, tiene que ser el poder para la exigencia ciudadana.
¿Tiene que ser un medio amable con el poder? No es una obligación ni mucho menos, pero sí puede reconocer sus logros y exigir, exigir mucho.
Debemos tomar conciencia y asumir que tenemos un gran poder, no solo cada cuatro años en las urnas, también a través de la palabra.
Mi expresión, tu expresión, NUESTRA expresión es lo que puede cambiar el futuro. Sí, hay esperanza, pero ¡joder! ¡levántate del sillón y grita! No se te escucha y el ya vacío es atronador.