El veterano actor Emilio Gutiérrez-Caba regresa a las tablas madrileñas para presentar su último trabajo en el que se sumerge en los mundos de Bergman. `Después del ensayo´ ha sido la última oportunidad que hemos tenido para disfrutar de su arte en el Teatro Infanta Isabel, el pasado mes de octubre.
Su dilatada experiencia sobre teatros de todo el país le otorga, indiscutiblemente, un profundo conocimiento sobre cómo ha evolucionado la escena y la forma en la que tanto actores como espectadores la entienden a día de hoy. Sabiduría que nos ha compartido y que nosotros, afortunados, hemos creído saber interiorizar con el respeto que merece.
Vorágine efímera
“El teatro ha cambiado, y no para bien, precisamente”. La celeridad en la que vivimos sumidos deriva en una concepción efímera del teatro donde “lo provisional es cada vez más frecuente”, dice el actor. Una circunstancia que difiere de sus inicios cuando “te jugabas el cuello porque si el teatro no se llenaba, no cobrabas”.
Cuando vienes al teatro, lo que ves ese día es para ti
Ahora, todo métricamente encajado en programaciones, no se deja espacio al ‘qué pasará’. Plazos fijos para llenar, o no, una sala durante un tiempo determinado. Se ha perdido mucha magia. Magia que Gutiérrez-Caba nos insiste en no desmerecer, pese a que los tiempos sean complicados para soñar. “Cuando vienes al teatro, lo que ves ese día es para ti. Irrepetible. Es tuyo y de los actores”, dice con un brillo en los ojos que denota que la pasión, en esta profesión, es lo último que muere.
La cultura, el mejor remedio
La cultura no es ajena a la coyuntura que atraviesa nuestro país, momentos, para bien o para mal, históricos, donde parece que la `unión´ está en peligro de extinción. “Vivimos rodeados de energúmenos, tanto de un lado como de otro. La cultura siempre ha intentado paliarlo”, aunque es planamente consciente de que no siempre es esta última quien gana la batalla.
“Somos muy ingenuos intentando creer que nuestras palabras van a llegar a los oídos y al corazón de quienes, en ningún caso, van a cambiar sus actitudes”, pero, haciendo, de nuevo, alarde de esa pasión de incandescencia inagotable, exhala: “seguiremos intentándolo”.