El pasado fin de semana se vivió un episodio de tensión en el número 88 de la calle Hortaleza. En esta ubicación se encuentra un convento que, hasta hace escasos años, albergaba la sede de la Unión General de los Trabajadores, la UGT. Alrededor de 200 jóvenes se concentraban y encerraban en protesta de los presuntos planes del Ayuntamiento y de la propia UGT de que el espacio se utilice como un hotel.
"Nos parece muy significativo que un sindicato como UGT se alinee con las políticas neoliberales y el modelo de ciudad del Ayuntamiento de Madrid"
Para hablar sobre lo que ocurrió, hemos hablado con Silvia Martín, portavoz de La Ingobernable, la Oficina de Derechos Sociales que protagonizó la 'okupación'. Así, lo primero que hemos querido preguntarle es el contexto y los motivos.
Nos traslada que lo que ellos querían es "abrir un nuevo centro social, en el centro de la ciudad, que es donde La Ingobernable suele operar. Consideramos que la ciudad de Madrid, concretamente el centro, se ha convertido en un escaparate para el turismo, donde no hay ningún espacio para que las vecinas y vecinos puedan organizarse y llevar a cabo actividades comunes". En resumen, "está todo dedicado el consumo y al turismo".
Silvia nos traslada que están en contra de este modelo de ciudad y consideran que los espacios sociales son lo que hace falta para revertir este modelo. Nos cuenta que desde hace 5 años la UGT "se mudó" a otro edificio y este se encontraba desocupado "y lo habían alquilado a una empresa privada con fines turísticos y se iba a convertir en un hotel".
Así, sentencia que consideran que "el centro de Madrid lo último que necesita es otro hotel. Necesita espacios para la ciudadanía, para el común" y que les parece "muy significativo que un sindicato como UGT se alinee con las políticas neoliberales y el modelo de ciudad del Ayuntamiento de Madrid".
¿Cómo se vivieron desde dentro las casi 24 horas de 'okupación'?
Había gente fuera y gente dentro, "apoyando y defendiendo un poco el espacio para impedir que la Policía pudiese intervenir". En esta jornada, que Silvia nos califica como intensa y dura, no hubo situaciones de violencia, pero sí "jugaron al desgaste para intentar que nos fuésemos a la fuerza de no permitirnos necesidades básicas".
Lo que "realmente ocurrió" fue que la UGT denunció la okupación y se solicitó el desalojo, "porque eso suele llevar un tiempo". No tenían la orden de desalojo, ni tampoco se marchaban, traslada. "Nos tuvieron durante más de ocho horas acordonadas en la calle, a las que estábamos en la puerta, sin permitir que nos diesen desde fuera agua, comida... Ni ir al baño". A pesar de esto, nos traslada lo "emocionante" que fue, dado el apoyo de los Movimientos Sociales de la ciudad.
La UGT apunta que no fue una okupación, sino un allanamiento
Desde la UGT nos trasladaron a Soy-de Madrid que lo ocurrido se trató de un allanamiento y que "no se trató de un desahucio express, es una actuación ante la comisión de un delito fragante". La portavoz de La Ingobernable se muestra firme en este aspecto: "técnicamente no es correcto, un allanamiento sucede cuando se ocupa una vivienda de alguien que vive ahí, y el edificio estaba desocupado". "Es como contribuir a este imaginario inventado de que te vas a comprar el pan y entran los okupas a casa", sentencia.
Haciendo alusión a los intereses de los trabajadores que nos apuntaban desde UGT, consideran que el comunicado emitido por el sindicato es "lamentable" y que no tan solo es su opinión, sino que está bastante "extendida entre los movimientos sociales e, incluso diría, que entre muchos de sus afiliados, porque lo que hacen es tratar de criminalizarnos comparándonos con el movimiento fascista italiano sin hacer mención a que pretendían hacer un hotel". 'Lavarse las manos', lo ha calificado Silvia.
A pesar de que desde UGT alegan que actúan por los intereses de trabajadoras y trabajadores, a la Ingobernable "no nos parece nada fácil de defender el hecho de construir un hotel que va a enriquecer a unos empresarios y, en todo caso, a la propia UGT". Este hecho, apunta, "no se traduce en derechos, como sí que lo haría un centro social donde las trabajadoras pueden ir a organizarse. Ese sí que es un uso social más acorde con el que tenía el edificio inicialmente".
El centro de Madrid se ha convertido en un escaparate para el turismo. No hay ningún espacio para las vecinas y vecinos. Está todo dedicado al consumo y al turismo
¿Imposición por la fuerza?
Otro de los aspectos que la UGT nos ha querido comunicar es que "no van a permitir que nadie les imponga por la fuerza unos intereses que no son los suyos y menos a la fuerza".
Silvia ha querido aclararnos, en primer lugar, que en ningún momento se ha utilizado la violencia, "es cierto que hemos entrado a un edificio que no nos pertenece". No obstante, sus intenciones al 'okuparlo' fueron buenas, "los edificios que tenemos en ningún momento han salido peor de lo que estaban, sino al revés (...), los cuidamos para darles una nueva vida".
Como argumento, la UGT ha utilizado a sus afiliados y afiliadas, y desde la Oficina de Derechos Sociales destacan que tienen la certeza, por contactos, de que "muchos ni siquiera estaban al tanto de esta operación y, desde luego, no están de acuerdo". Por ello, vuelve a introducir la palabra 'criminalización', ya que la posición del sindicato es "incómoda" y "es comprensible" que lo hagan "para que nadie hable de la operación UGT hotel, que es bastante cuestionable, se mire por donde se mire".
Del supuesto hotel, poco o nada se sabe
Silvia nos habla del secretismo entorno a este tema. Nos cuenta que saben que se alquiló en 2017 a una empresa que se dedica a la abogacía pero también al sector turístico y que "están previstos unos beneficios de entre 400.000 y 600.000 euros anuales".
Consideran que, de nuevo, es algo comprensible, porque "está en juego mucho dinero para la UGT". Lo que sí que califican como incomprensible es que "no todo vale para ganar dinero".
"Deberían ser responsables y saber que lo que a nivel urbanístico y social se haga en un edificio en pleno centro de Madrid, en una zona muy tensionada, tiene repercusiones colectivas y, sobre todo, para los trabajadores y trabajadoras precarias que están viendo cómo los alquileres suben, no hay servicios al alcance en el centro... Ahí es donde queríamos poner un poco el foco y denunciar esta operación", sentencia la portavoz.
¿Un acto que "no representa a la izquierda"?
Así es como lo ha calificado UGT, y que "desestabiliza y divide". La Ingobernable considera la 'okupación' totalmente legítima, y que "hemos conseguido visibilizar un tema que nos parece muy relevante". Afirma que no son un partido, ni operan bajo ninguna sigla, "cuando nos encontramos con una situación que consideramos nociva para los intereses de la ciudadanía y los movimientos sociales". Consideran inadmisible la operación. "No nos vamos a callar", sentencia.
En cuanto a la posible división entre la izquierda que este hecho ha podido causar, Silvia nos traslada que "exceptuando UGT y a lo mejor los partidos más institucionales que no se han pronunciado, hemos recibido por parte del resto del espectro de izquierdas un apoyo tanto físico, porque hubo muchísimas personas con nosotros allí ese día; como en redes, con mensajes. Hemos visto como afiliados se avergonzaban de la actitud y postura del comunicado de la UGT".