Las mejoras implementadas en la calle han sido: repavimentación, con unos nuevos adoquines de granito que incorporan bandas drenantes en las juntas; replantación de árboles de bajo consumo hídrico; reinstalación del mobiliario urbano y del alumbrado. El resultado es una clara mejora de la permeabilidad, a la par de una mayor calidad urbanística, devolviendo espacios al peatón. 

Además, se ha reordenado la distribución de aparcamientos, y se ha realizado una plataforma continua, sin bordillos de separación entre la calle y la zona peatonal. El resultado: óptimo. Una de las calles más atractivas de Madrid tanto en términos de paisaje urbanístico, cómo en sostenibilidad. Veremos si Javier Ferrero se convierte en un modelo a seguir para las calles madrileñas.