Médicos, enfermeras, técnicos auxiliares en cuidados de enfermería, farmacéuticos, psicólogos, investigadores, médicos residentes, fisioterapeutas, técnicos de laboratorio, celadores, auxiliares de control, trabajadores sociales, administrativos, personal de cocina, limpieza y mantenimiento, seguridad, profesionales de los centros dependientes del Marañón, el comité de empresa, la dirección del centro y el director general de Humanización de la Consejería de Sanidad, Alberto Tomé.
También ha habido una representación de los familiares y amigos de los tres profesionales fallecidos por Covid: el doctor Alberto Tejedor, José Algaba del equipo de Traslados y, Carlos Huelves, celador del hospital desde 1983 y fallecido este lunes 1 de marzo.
Las flores del acto de homenaje han sido donadas por el Real Jardín Botánico de Madrid y por la Asociación Española de Floristas (AEFI), con la colaboración de las floristerías Amborella, El Ángel del Jardín y Allium de Madrid, que han decorado las escalinatas del centro sanitario con 850 narcisos, 860 claveles y un centro de hortensias en honor a los fallecidos por la enfermedad.
Durante el acto se guardó un minuto de silencio y se leyó un poema dedicado a los ausentes. El homenaje se cerró con una interpretación de la sonata para dos violines, Op. 12 N. 5 en Sol menor (Allegro Assai) de Jean Marie Leclair, por parte de los violinistas Víctor Arriola y Paulo Vieira, concertino y solista de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, con el apoyo técnico de la empresa Gam Eventos.
Actualmente hay ingresados en el centro 117 pacientes con SAR-CoV2, y de ellos 25 están en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
A continuación se plasma el texto en recuerdo de las víctimas de la Covid-19:
HOMENAJE
Dicen que el tiempo se calcula por los latidos del corazón
y cuantos latidos hemos pasado juntos.
Hemos medido los días,
hemos contado las noches,
los sucesos y las estaciones.
Días en los que el presente no acababa de pasar,
noches en los que el futuro no acababa de llegar.
Hicimos un trato con la vida,
cada una de vuestras noches,
por cada uno de nuestros días,
y todo nos parecía poco para llenar de más instantes
y momentos vuestras vidas.
Aprendimos a interpretar vuestros silencios
y aunque la distancia impedía los abrazos,
nunca impidió los sentimientos.
No fuisteis números, ni cifras ni estadísticas
sino Juan, Amelia, Carlos, Luz,
Carmen, Paco, Alberto y Rosa,
Pilar, Abelardo y Mari Cruz.
Os dimos nuestra ciencia, vocación, conocimiento,
pero también nuestro cariño, humanidad y nuestro afecto.
Y aunque no pudimos hacer más,
nunca por nada, dejamos de hacer menos.
Y a los que seguís viviendo, ¡creed!
que no fuimos nosotros esos héroes a los que aplaudían en las calles y balcones,
sino que lo fueron ellos,
los que dieron sus vidas por los otros para
seguir viviendo entre nosotros.
Y a pesar de la lucha, del coraje, del esfuerzo,
muchos de vosotros nos dejasteis,
pero nunca perdidos os quedasteis,
porque siempre allí estaban nuestras manos, las palabras, el cariño y los afectos,
recordándoos que estabais con nosotros
y que vosotros también erais de los nuestros.
Y hoy, cuando el tiempo ya ha alcanzado al tiempo de recordar y
honrar vuestra memoria,
hoy evoco a un hombre humanamente humano
que resumió bellamente en un adagio,
todo aquello que sentimos y pensamos.
Cuando nos preguntéis, si hemos vivido
cuando nos preguntéis, si hemos amado,
abriremos nuestro corazón lleno de nombres,
los vuestros
que ya por siempre en nuestro corazón llevamos