Si hay una historia que ha quedado en el imaginario colectivo en España, junto a Don Quijote de La Mancha, es la del Cantar de Mio Cid. Esta gesta de autoría anónima relata las hazañas del caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar y que, según las fuentes, el primer manuscrito fue publicado en el año 1200. En la Biblioteca Nacional de España se encuentra la copia manuscrita más antigua conocida de esta obra, la cual está datada en el año XIV y consta de 74 hojas de pergamino grueso. Esta institución lo conserva desde el año 1960 y este año lo expone al público por primera vez en su historia.
El heroico viaje de un manuscrito
La exposición de la Biblioteca Nacional se podrá visitar desde el 5 de junio al 22 de septiembre, y está dedicado tanto al manuscrito, que sólo estará disponible hasta mediados del mes de junio, como a Ramón Menéndez Pidal. La llegada del poema a la biblioteca no fue tampoco sencilla, un largo camino se refleja en su delicado estado, un camino de siglos de historia e historias. En el año 1596 encontramos la primera referencia a este códice, en el archivo de la localidad burgalesa de Vivar del Cid. Desde allí sería trasladado al convento de monjas clarisas del mismo pueblo. Hasta 1776 permanecería en este convento hasta que Emilio Llaguno y Amírola, secretario del Consejo de Estado, se lo llevó a un bibliotecario real para su estudio y edición.
Un vacío de información tenemos desde ese momento hasta mediados del siglo XIX, cuando fue adquirido por el marqués de Pidal, permaneciendo en su familia durante años, incluso siendo objeto de estudio de Ramón Menéndez Pidal. Fue él mismo quien decide transcribir el códice. A finales de 1960 lo adquiere la Fundación Juan March, momento en el cual pasaría a ser donado al Ministerio de Cultura y, desde ahí, a la Biblioteca Nacional.
En el año 1596 encontramos la primera referencia a este códice, en el archivo de la localidad burgalesa de Vivar del Cid
Más allá del códice
Con el nombre de ‘Dos españoles en la historia: el Cid y Ramón Menéndez Pidal’, se aborda tanto el manuscrito del siglo XIV como las investigaciones que realizó Menéndez Pidal sobre la figura del Campeador, a través de fuentes literarias y artísticas desde la Edad Media a la actualidad.
En la antesala del Salón General de la Biblioteca Nacional podremos observar el códice hasta mediados de junio, dado que su estado no permite un tiempo de exposición muy prolongado. Pero hasta septiembre nos podremos sumergir en la labor de investigador de Menéndez Pidal. En relación a esto, se ha organizado una conferencia a cargo de Alberto Montaner titulada ‘Don Ramón y la épica: crónica de una relación vital’, que analiza la dedicación de este intelectual a los estudios épicos medievales.