“Desde que la señora Argentina me presentó a su hijo Buenos Aires, supe que nos íbamos a enamorar”. Las palabras que entonó Chavela Vargas frente a un público devoto en el Luna Park refiriéndose a un lugar que ama “profundamente”, me hicieron sentirla más cerca que nunca. No solo a la artista, también a la tierra del tango, del fútbol y del mate.
Un ‘boleto’ de ida a Buenos Aires y Madrid quedará relegada a una ex novia a la que querer demasiado, pero lejos. ¿No me creen? ‘Googleen’ La Boca, quedarán prendados. Con una historia que nos retorna como punto de partida hasta 1536 con la llegada a la ciudad de Pedro de Mendoza, el barrio de La Boca es una de las zonas más peculiares de la capital argentina. Colorido, pintoresco y lleno de vida, es la forma de mostrar a los visitantes la cara más apasionada de la ciudad. Cuna de artistas callejeros, teatros y música urbana, hace las delicias de cualquiera que entienda que la cultura es el alma máter y el distintivo de los recodos que visitamos.
Un poco de historia...
La Boca debe su nombre a su ubicación geográfica, concretamente a los pies de la desembocadura del riachuelo que va a morir al río de la Plata. Utilizado como puerto a lo largo de numerosos años, su actividad atrajo a inmigrantes diversos, especialmente genoveses, que se establecieron en la zona en busca de trabajo.
La construcción de las casas en la zona se realizó a base de madera y chapas pintadas con innumerables y llamativos colores procedentes de la pintura que sobraba en el puerto, aportándole al barrio un aspecto peculiar y cargado de encanto.
‘Caminito’ al paraíso
La Boca es un tango de adoquines; ‘Caminito’, la sintonía del paraíso. Es volver al pasado a recordar u olvidar una parte, lo que se prefiera. ‘Caminito’ es un auténtico museo a cielo abierto, plagado de restaurantes, terrazas, artesanos, vendedores ambulantes y puestos de pintores, además de bailarines acariciando las notas musicales con cada movimiento. Sin ellos, ‘Caminito’ no sería más que un trazado sinuoso debido a su manía de perseguir el cauce del río lleno de color, pero sin energía vital.
La Boca es un tango de adoquines; ‘Caminito’, la sintonía del paraíso. Es volver al pasado a recordar u olvidar una parte, lo que se prefiera
La casa de Dios
La Boca es pasión, fútbol. Hogar de Boca Júniors, de los seguidores que besan apasionadamente la camiseta amarilla y azul, del latir de miles de aficionados que corean, con el mismo ímpetu que lo hacen las barras bravas, eso de “Boca es nuestro grito de amor, Boca nunca teme luchar, Boca es entusiasmo y valor”. El ‘Caminito’ al paraíso termina en 'La Bombonera' al celebrar un gol en el minuto 89, y comenzar a respirar cuando pitan el 90.
Un lugar donde perderse
En La Boca convive la Buenos Aires más humilde con las hordas de turistas que buscan fotografiar las coloridas casas de su callejón más famoso. “Caminito que el tiempo ha borrado, que juntos un día nos viste pasar, he venido por última vez, he venido a contarte mi mal”. Cuando en 1926 el compositor Juan de Dios Filiberto y el letrista Gabino Coria compusieron el tango que popularizó Carlos Gardel, no podrían imaginar que el callejón al que le da título se convertiría en el más popular de todo Buenos Aires. Con razón contamos los días para volver.