Mucho se ha debatido sobre los inicios del triatlón. Unos, los más románticos, afirman que nació, como tal, en 1978, en medio de una apuesta de varios marines norteamericanos en Hawaii. Bien es cierto que aquel sería el inicio de la historia de una de las distancias más importantes del triatlón actual: el Ironman.
Sin embargo, otros, los que ahondan, un poco más, en los libros de historia, afirman que los inicios del triatlón datan de varios años antes y que partió del viejo continente. Teorías aparte, hay que reconocer que la disciplina que aúna natación, ciclismo y running se ha convertido, en los últimos años, en un deporte en auge.
Cada vez son más los clubes que incluyen, dentro de su organigrama, una sección de triatlón para participar en las distintas pruebas que se realizan durante todo el año. Y no debemos irnos muy lejos para conocer la historia de un club madrileño, concretamente, del barrio de Arganzuela.
Fue allí donde creció Andrés Toledo, un “deportista amateur”, como él mismo nos cuenta, al que le entró el gusanillo por el deporte hace, tan solo, cinco años. El querer estar en forma le llevó hasta un gimnasio donde conocería un club de running que le cambiaría la vida. Dos maratones después -la primera de ellas sin prepararla como debería-, Andrés se lanzó a la aventura de los Ironman, siendo un tanto autodidacta.
La expectación que levantó su participación en la prueba provocó que se planteara el montar, junto a las 10 personas que formaban el club de running, un equipo de triatlón. Y, así, nació el Triboost: “con mucha ilusión, con gente muy comprometida tanto en la parte de los deportistas como en la parte de los entrenadores”. Junto a su amigo Alfredo Solana, comenzó un proyecto que no ha parado de crecer en los últimos años. A pesar de que su creación tuvo lugar hace dos años y medio, el Triboost supera los cien socios.
A pesar de que su creación tuvo lugar hace dos años y medio, el Triboost supera los cien socios
Una filosofía distinta
Pero no se trata de un club al uso. Más allá de la profesionalización de su estructura, el club, como explica Andrés Toledo, sigue una filosofía que va más lejos que el propio deporte: “haz las cosas bien, pasándolo bien y sin agobios”. Una filosofía que provoca que sea un club orientado a acoger a todo aquel que desee probar el triatlón: “lo importante es que te guste el triatlón y que aprendas del triatlón”.
Pero la pregunta es obligada: ¿puede, todo el mundo, hacer un Ironman? La respuesta es clara y sencilla: no. Por eso, los entrenamientos dentro del Triboost están orientados a todo tipo de objetivos, desde los más ambiciosos que sueñan con Kona, hasta para aquellos que solo realizan la distancia Sprint o carreras de running. Todo ello, supervisado por un experto como Carlos Aznar, que se encarga de monitorizar los entrenamientos de cada uno de los socios. De la parte de piscina se encarga Manuel Díaz Freire, otro entrenador de alto nivel.
Flexible y adaptado
El triatlón, como nos cuenta el propio Andrés, “es un deporte caro”, tanto a nivel económico como a nivel personal, ya que debemos adaptar nuestros entrenamientos a los ritmos de trabajo y vida familiar. Por ese motivo, desde Triboost quieren facilitar la entrada de un mayor número de triatletas: “se trata de que lleguemos al mayor número de personas y que no sea una barrera”. Fruto de esta convicción, sus precios parecen fuera de mercado.
Asimismo, han diseñado una dinámica en la que el triatleta puede tener un seguimiento online o acudir a los entrenamientos presenciales, según mejor se adapte a sus horarios. El Triboost está consiguiendo que el triatlón se convierta en un deporte de referencia en la Comunidad de Madrid.