Desde el 2014, el crecimiento desmedido de los locales de juego y casas de apuestas ha aumentado en un 140% en la Comunidad de Madrid, tal y como apuntan desde la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM). Estos establecimientos se han afincado, especialmente, en los puntos más humildes de la región contribuyendo a sembrar la adicción irrefrenable entre la población más vulnerable. Este ambiente propio de ‘Las Vegas Boulevard’ ha sido duramente criticado por los jóvenes de diversos barrios de la capital: “ellos se enriquecen, la clase obrera se arruina”.
Las apuestas, reconocidas como las nuevas drogas del siglo XXI por la adicción que producen, se multiplican en las zonas más pobres. Sus luces, reclamos y triquiñuelas atrapan, aseguran, “hasta límites insospechados”. “Hay quien acaba robando a sus propias familias”, replican. Tras darse cuenta del aumento de este tipo de establecimientos en zonas muy juntas, y en muchos casos cerca de la zona de ocio juvenil, empezaron a informarse y, según explican, “descubrimos que se trataba de un problema de clase”.
Tras darse cuenta del aumento de los establecimientos en zonas muy juntas y cercanas a la zona de ocio juvenil, descubrimos que se trataba de un problema de clase
En cifras
Diversos colectivos como Moratalaz Despierta, el grupo Distrito 14 o el Colectivo Noviolencia de Carabanchel aseveran, respaldándose en datos recopilados de la página web del Ayuntamiento de Madrid que “mientras que en los últimos años han aumentado un 40% las casas de apuestas en Madrid, en los barrios del sureste y del sur han crecido hasta un 141%”, Han observado, además, “que para compensar la media, han disminuido este tipo de locales en los barrios de clase alta”. Subrayan que no sólo se trata de un problema de clase, también de vulnerabilidad: “el 30,9% de los usuarios son menores de 35 años y de ellos, más de un 80% viven en situación de precariedad”.
Los colectivos no se han quedado de brazos cruzados y han tratado de dar una respuesta eficaz a este problema. Por un lado, consiguiendo apoyo en redes sociales y movilizando a la opinión pública independientemente de la edad; por otro, echándose a las calles con diferentes protestas.