“El pequeño comercio está para ayudar al que no puede, para escuchar a los mayores, para ver crecer a los niños”. Así lo define Juan, Juanito, que regenta una casquería en el Mercado de Tirso de Molina desde hace 20 años. Él, que se levanta cada día “intentando arrancar una sonrisa” a sus clientes, ha visto con dolor cómo algunos de sus compañeros del barrio han ido cerrando sus persianas o cómo locales aledaños se sustituían por negocios extranjeros en lugar de “los de toda la vida”.
Los impuestos excesivos, la subida de la luz, el incremento en la cuota de autónomos… todos son factores que ahogan a los autónomos madrileños y son el motivo por el que los males que relata Juanito acechan al distrito de Latina. Y así lo comprobó Rocío Monasterio este miércoles, al recorrer el Paseo de Extremadura escuchando a los vecinos y pequeños empresarios de la zona.
La candidata de VOX a la Presidencia de la Comunidad de Madrid pudo constatar cómo, además de carecer de centros de salud con suficientes médicos y horarios de urgencias, apenas quedaban negocios locales en pie. “Ahora todo son tiendas de alimentación de las que cierran a las 12 de la noche”, lamentaban tanto Miriam, farmacéutica, como el presidente de una asociación de vecinos del distrito. “Están ahogando el comercio local”, sentenciaron ambos.
Tal vez por ese motivo la demografía está cambiando: “Los mayores que no murieron en pandemia se están yendo del barrio”, aseguran los vecinos. De entre los que quedan, algunos de esos mayores se acercaron a Monasterio a denunciar desde la falta de accesibilidad de las aceras a problemas más graves como la inseguridad. Varios temen salir de casa si no es acompañados por sus hijos o en grupo con otros vecinos.
“Les esperan en el banco para robarles la pensión”, denuncia Miriam, acostumbrada a que les cuenten sus problemas en la farmacia. También, dice, han llegado a sufrir agresiones y palizas en sus propios portales para robarles un teléfono o una cadenita de oro cuyo valor “es sentimental, sobre todo”. “Yo siempre les digo que no se pongan joyas, que se cuiden, que tengan cuidado”, relata también la dueña de un negocio de encurtidos.
Si no sabemos de dónde venimos, nunca sabremos quiénes somos
Ella sufre el acoso de los MENAs de Casa de Campo que se acercan al barrio y acechan su tienda con intención de robar. “Procuro echar el cierre y ni mirarles”, relata. “A mí por suerte no me ha pasado nada pero sé que hay gente a la que le han robado hasta tres veces ya”, sentencia otro comerciante, “ahogado por las cuotas de autónomos”, de un local de antigüedades que se dedica al vaciado de pisos.
Para los padres tampoco es un barrio seguro. “¿Cómo voy a llevar a mi hija al parque si está lleno de chavales que se pasan el día ahí fumando?”, lamenta una madre, que ya ha sufrido varios encontronazos con ellos. Y lo mismo para las mujeres: “Vienen a la asociación a pedirme sprays de defensa personal porque, con la Ley del Sí es Sí, acaban de soltar a un violador del barrio”, relata el presidente de la asociación, que también señala problemas de okupación en la zona o el encarecimiento de la vivienda como problemas a señalar.
Monasterio, por su parte, insistió en que “sin seguridad no hay libertad” y se comprometió con los vecinos a seguir intentando mejorar la vida de los madrileños con la subvención de cuotas a los autónomos -que todos los grupos tumbaron en la Asamblea recientemente- o el fin de las trabas burocráticas, entre otras medidas. “Tenemos que cuidar el comercio local, cuidar lo nuestro, cuidar a nuestros mayores y aprender de ellos. Si no sabemos de dónde venimos, nunca sabremos quiénes somos”, concluyó la candidata a la Presidencia de la Comunidad de Madrid.