Como cada año vuelve a sonar ‘All I want for Christmas is you’, las temperaturas descienden y la magia e ilusión impregnan el ambiente. Esta vez, hacemos las maletas con destino al lugar donde la Navidad es eterna: Laponia finlandesa. Descubrir el pueblo de Papá Noel, cruzar la línea del Círculo Polar Ártico y visitar a Santa Claus durante el invierno polar, cuando los paisajes de Laponia están cubiertos de nieve y de la luz azul del ‘kaamos’ será, sin lugar a dudas, una experiencia a recordar.
Rovaniemi
Los vecinos locales se enorgullecen al repetir que la capital de Laponia, 800 kilómetros al norte de Helsinki, y pese a sus poco más de sesenta mil habitantes, es la ciudad más grande de Europa. Sí, suena descabellado, pero oficialmente Rovaniemi se extiende sobre una superficie de más de 8.000 kilómetros cuadrados y quintuplica el tamaño de Londres. En este sentido, ¿quién se atrevería a discutir sobre cifras a quien se presenta al mundo con el eslogan registrado de ‘Ciudad Natal Oficial de Papá Noel’?
La aldea de Papá Noel
A siete kilómetros exactos de Rovaniemi se erige ‘Santa Claus Village’, el cuartel general de Santa Claus. Aquí podrás conocer a Papá Noel, visitar a los elfos que ayudan a Santa con las millones de cartas que llegan a la Oficina Postal Oficial cada Navidad, pasear en sus renos o cruzar la línea que separa el Círculo Polar Ártico; todas las regiones al norte de esta disfrutan del sol arriba o abajo del horizonte durante 24 horas al día, es decir, en invierno viven en una noche eterna.
Como cada año vuelve a sonar ‘All I want for Christmas is you’, las temperaturas descienden y la magia e ilusión impregnan el ambiente. Estas Navidades disfruta de Laponia Finlandesa
Temporada navideña
Un mes antes de Navidad, Rovaniemi da el puntapié inicial a la temporada con una fiesta con bailes, música, discursos de autoridades locales y también algunas palabras de Papá Noel. Es un evento multitudinario, pero notablemente local en el que pocas palabras son pronunciadas en inglés. A partir de entonces, la ciudad se viste de gala, aparecen árboles decorados por doquier, hay numerosos conciertos y eventos. Entonces, los vecinos comparten galletas de canela acompañadas de un vino caliente y dulzón llamado ‘glöggi’, dando así la bienvenida a la época del año predilecta por quienes ven sus deseos hacerse realidad.
Durante el mes de diciembre las ventanas de cada edificio exhiben candelabros eléctricos en forma de pirámide llamados ‘adventtikynttelikkö’, o candelabros de adviento, cuyas pequeñas lámparas simulan la llama de una vela. El resultado de cientos de lucecitas a través de los cristales es un tanto fantasmagórico, pero no por eso menos encantador, como si toda la ciudad participara de un mismo ritual comunitario. ¿Aún te lo estás pensando? A buen seguro este será el viaje más espectacular de tu vida.