Los divorcios no tienen porqué producirse, necesariamente, en términos de discordia y enfrentamiento, pero lo cierto es que son numerosas las ocasiones en las que las partes que se separan viven este proceso en un tono beligerante en los juzgados. En ocasiones, este clima se recrudece cuando existen hijos o hijas menores que atraviesan todo un proceso de cambio en el entorno del que, sin embargo, no siempre participan de manera activa. En este punto se hace efectiva la decisión por la que los hijos o hijas de la pareja en cuestión pasan a conocer el modo en que se desarrollara, a partir de la ruptura, el contacto con sus progenitores.
Si el acuerdo entre ambos es real, a priori, no tendría porqué haber un problema a la hora de llegar a un acuerdo en este sentido, pero, ¿qué ocurre cuándo no se alcanza un consenso? Es en este punto cuando salta a la palestra un concepto que se ha popularizado últimamente y que se encuentra bajo el foco de la polémica: la coordinación de parentalidad.
Coordinación de parentalidad y violencia de género
Como alternativa a la mediación voluntaria, nace la coordinación de parentalidad, que se propone la resolución de conflictos para que los niños y las niñas cumplan los regímenes de visitas en casos de alta conflictividad. La teoría lo expone así, pero lo cierto es que este método presenta algunos flecos sueltos que el movimiento feminista no ha dudado en agarrar, centrándose, sobre todo, en el SAP o Síndrome de Alienación Parental.
Aunque no existe ningún síndrome reconocido médicamente que responda a este nombre, el SAP hace referencia a la influencia de uno de los progenitores sobre los hijos e hijas hasta el punto de influir en su relato para perjudicar al otro en los convenios reguladores. El feminismo denuncia que se culpabiliza a las madres y no se tienen en cuenta los motivos reales por los que los niños y niñas no quieren ver al padre, señalando que a través de la coordinación de parentalidad se ignora, entre otras cosas, cómo influye la violencia de género en los y las menores, tratando por igual al maltratador que a la mujer maltratada a la hora de enfrentarse a un convenio regulador.
Pero, ¿qué dicen al respecto los defensores de este método? Lucía del Prado, presidenta de la Fundación Filia, asegura defender la protección de los y las menores, apostando por la coordinación de parentalidad como método para evitar “el incumplimiento reiterado de las sentencias” y como alternativa a la mediación, “que es voluntaria y, por tanto, si una de las partes no está de acuerdo no se soluciona el conflicto”. La obligatoriedad es otro de los aspectos por los que se rechaza este método desde el movimiento feminista, ya que los coordinadores realizan un informe y, aunque no puedan modificar una sentencia directamente, sí podrían sugerir al juez ciertos cambios.
Uno de los ponentes de estos cursos era Francisco Serrano (VOX), que mantiene un discurso contra el feminismo y negacionista de la violencia de género
Respecto a la negación de la violencia de género, Del Prado asegura que con la coordinación de parentalidad no solo se defiende al padre, sino también a madres a las que se les impide ver a sus hijos e hijas. “Hace años, los servicios eran reclamados por hombres en un 70% y por mujeres en un 30%, pero ahora están al 50% cada uno. Nunca ha habido distinción de género”.
¿Qué ocurre si el padre en cuestión es un maltratador? ¿Y si no existe denuncia contra el mismo? ¿En qué punto de desprotección quedan los niños y las niñas? Los interrogantes son múltiples. La violencia de género afecta a los y las menores que la viven en el seno del hogar, aunque no se ejerza violencia de manera directa sobre ellos. Mientras, desde la Fundación Filia mantienen su discurso: “¿No es hora de dar un paso de gigante en la defensa de los niños y las niñas? No impulsamos el SAP, cuando nos dimos cuenta de que usar el término era un callejón sin salida dejamos de utilizarlo. Estamos hablando de niños y niñas a los que se les hace odiar… Si el coordinador parental ve que uno de los dos progenitores ejerce algún tipo de daño al menor lo pone en conocimiento de Juzgado”.
¿Negacionistas de la violencia de género?
El feminismo señala a la Fundación Filia y la coordinación de parentalidad por mantener un discurso negacionista de la violencia de género, algo que se acrecentó cuando la fundación los primeros cursos universitarios, posgrados, para formar a profesionales en esta especialidad que, además, no está reconocida. “Queríamos garantizar la preparación para que los coordinadores ejerzan con formación. El posgrado les habilita para ejercer con garantías”, comenta Lucía del Prado.
Sin embargo, la polémica crece cuando se descubre que uno de los profesores de estos cursos universitarios es Francisco Serrano, que llegó a ser cabeza de lista de VOX en Andalucía y mantiene un discurso de confrontación ante el feminismo y negacionista de la violencia de género. En este sentido, Del Prado señala que se habló con él para que diese una charla. “Nunca llegó a darla porque se había metido en política y dijo lo que dijo”, asegura.
Actualmente, la Fundación Filia recibe una financiación de 43.000 euros por parte de la Comunidad de Madrid y sigue trabajando para afianzar la coordinación de parentalidad. A pesar de las críticas y de las ocasiones en las que el método ha sido puesto en tela de juicio por el peligro que puede suponer en casos como los mencionados anteriormente, su presidenta niega todo esto y acusa de carecer de “criterio y formación” a quién dice que la fundación no defiende a las mujeres. Para muchos, el debate sigue abierto.