Los docentes se ven obligados a atender necesidades de salud ajenas a sus competencias y puede perjudicar la escolarización de niños con enfermedades crónicas
Para Teresa Galindo, Secretaria General de SATSE Madrid, y Andrés Cebrián, Presidente de ANPE-Madrid, esta figura “se ha vuelto imprescindible en las actuales circunstancias. Si bien el Gobierno regional ha incluido en su estrategia para el inicio de curso escolar 2020-2021 la incorporación de 150 enfermeras, que se añaden a los 400 actuales, la cifra resulta insuficiente, pues la mayoría de los centros seguiría sin contar con esta asistencia”.
Según los datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional, la Comunidad de Madrid cuenta con 3877 centros educativos entre públicos y privados. El número de centros públicos es de 1947, 17 centros más que el número de privados. En E.S.O. y Bachillerato, el número de centros privados supera al de públicos, pero en Primaria e Infantil no sucede lo mismo.
Por otro lado, Presidente de ANPE-Madrid, Andrés Cebrián, ha explicado que: “la ausencia de estos profesionales en los centros genera graves problemas, pues los docentes se ven obligados a atender necesidades de salud ajenas a sus competencias y puede perjudicar la escolarización de niños con enfermedades crónicas. Las nuevas medidas higiénico-sanitarias generadas por la pandemia hacen indispensable la enfermería escolar”.
Así pues, la Secretaria General de SATSE Madrid, Teresa Galindo, ha criticado la figura del coordinador Covid diseñada por la Comunidad, “ya que ha de corresponder a un profesional sanitario, la enfermera escolar, pues ayudaría a supervisar el cumplimiento de los protocolos sanitarios, detectar posibles casos, realizar test a miembros del centro, asesorar a familias, profesorado y alumnado, coordinar las actuaciones y medidas a tomar para controlar la propagación de la pandemia o podría coordinarse con los centros de salud de referencia”. También, ha añadido que “La enfermería escolar podría, además de las labores propias, hacer de enlace con los rastreadores, detectando casos en el núcleo familiar del alumno”.
Para Cebrián, “la implantación de la enfermería escolar sería muy positiva en cuanto a la formación, la asistencia en caso de accidente, la prevención, la detección de problemas de salud, la información sobre sexualidad o la integración del alumnado con discapacidades o enfermedades crónicas. Este servicio permitiría ofrecer una buena educación en salud a los jóvenes, que propiciaría la adquisición de hábitos de vida saludables en edades tempranas y la reducción de riesgos de enfermedades futuras”.
Ambos responsables han afirmado que, “en la actualidad, el cometido fundamental de la enfermera escolar debe ser la gestión de aspectos relacionados con el COVID-19, un foco de gran inquietud e incertidumbre para el alumnado, las familias y el profesorado. Esta tarea requiere la participación de profesionales sanitarios, hecho que no se contempla en los protocolos diseñados desde el Gobierno regional”.