Hay lecciones de vida que se aprenden en treinta y cinco minutos. Desde luego, los héroes visten bata. Una realidad constatable después de ingresar en la ‘Unidad de Grandes Quemados’ del Hospital Universitario de Getafe donde la jefa de Servicio de Cirugía Plástica, Purificación Holguín; el jefe del Servicio de Medicina Intensiva, José Ángel Llorente; el médico adjunto del Servicio de Medicina Intensiva, Jesús Andrés Álvarez; la supervisora de Enfermería del mismo servicio, Ana Isabel Saiz; y la enfermera de la Unidad de Grandes Quemados, Pepa Muñoz, recibieron al equipo de Soyde. describiendo una realidad trágica con una sensibilidad y cotidianidad entrañables. “Las quemaduras son muy desconocidas, tanto para la persona que se quema como para su entorno”. De esta forma nos presentaba Puri una patología que “te cambia la vida”. Por ello, que la fortuna te lleve a parar a manos expertas -como las que nos acogen-, dispara las posibilidades de “retornar a una vida normal”. Una protocolarización extrema, el grado de la experiencia y la dedicación en materia de investigación, su as bajo la manga. 

Mano a mano

Los egos no tienen cabida en esta unidad, “trabajamos de manera muy estrecha intensivistas, cirujanos plásticos y el personal de enfermería”; además, nos confiesan, existe una “colaboración directa con los equipos de rehabilitación y fisioterapia, y con psicólogos y psiquiatras”. Una vez introducidos los “actores más estables”, el personal médico, a través de la voz del experto intensivista José Ángel, aseveraba que, “con la experiencia que tenemos, la protocolarización es milimétrica”. Su aportación está clara: “la experiencia y la intimidad fluida en esa colaboración”. Puri recogía el testigo de su colega profundizando en el “texto escrito y reflexionado” que les guía en su actuación. “Valoramos al paciente, se estudia su evolución en las primeras horas, definimos si necesita cirugía, categorizamos sus quemaduras y, a partir de ahí, manejamos directamente las mismas”. El plan de acción, o “la gestión del proceso de la atención al paciente quemado”, resume la cirujana plástica, pasaría por “mantener las constantes vitales, garantizar el estado general del paciente y actuar sobre la quemadura”. 

Un reto profesional y una fatalidad para el paciente; así, no es de extrañar que la pregunta más repetida a la que deben hacer frente los facultativos y que, a menudo, “no podemos contestar”, pase por la siguiente interrogación, “¿cuánto cree que voy a estar aquí?”.  “Cada persona es un caso individual, no se puede estandarizar, no puedes decir x porcentaje de quemadura equivale a tantos días”. Hasta ahora, inciden, “nos hemos referido a la fase aguda”; no obstante, ahí no queda todo, el tratamiento de las secuelas ‘a posteriori’ es otra etapa relevante antes del alta definitiva. Los escollos más importantes se producen cuando la quemadura afecta a las manos “por el tema funcional” y “porque se ven”, y a la cara, algo que enfatiza la importancia de ese “trabajo de prevención del paciente y de las familias” a manos de psicólogos.