Amanda Avilés
@AmandaCoconutt
Decir el nombre de Carlos Goñi es hablar de historia; la de la música. Pese a que considera que “hay gente que ha aportado infinitamente más que yo”, lo cierto es que el Revólver que empezó a disparar en los años 90 nunca más se quedó sin balas. Ha atravesado corazones, ha desangrado almas y ha sellado, a la vez, heridas. Ha sido ‘Faro de Lisboa’ cuando golpeaba lo que era ‘Tan solo amor’, cuando era insoportable recordar ‘El roce de tu piel’. Nos ha hecho buscar ‘El Dorado’, ‘Reír y llorar’ solamente ‘Por un beso’.
Goñi celebra 30 años de música, y lo hace en Madrid con un concierto para despedir el 2019 sin pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor; tan solo honrándolo. “La vida no me debe absolutamente nada”, afirma, “estoy feliz”. Y qué verdad más bonita nos dice: “es fantástico seguir cumpliendo años y que, cada año, sigas sin querer cambiarlo por el anterior”.
Hablamos con una de las leyendas del rock en nuestro país antes de su paso por el Teatro Nuevo Apolo de Madrid con ese directo, celebración de tres gloriosas décadas de carretera y manta (entrevista realizada antes del 30 de diciembre de 2019).
“La vida no me debe nada”
Pedir a Carlos Goñi que haga una retrospectiva de su vida es como pedir contacto de Marte, pero había que intentarlo. “Tengo la sensación de que ya he dicho más de lo que me queda por decir”, matiza, “por una cuestión de edad exclusivamente”. Aunque, eso sí, espera que “lo que me quede por decir sea más importante de lo que haya dicho hasta ahora”. Se ríe, y lo hace todo el tiempo. Está (y es) feliz, y se nota. Y lo es porque, sencillamente, tiene motivos. “En noviembre de 2018, me puse delante mi vida entera durante una semana. Después de eso, descubrí que no tengo derecho a tener ningún tipo de mosqueo o encabronamiento con la vida: tengo buena salud, estoy rodeado de personas que me quieren con mayúsculas y a las que amo profundamente”. Termina. “No puedo por menos que estar agradecido”.
Un agradecimiento que se sube, también, al escenario, esta vez dirigido a “la mejor banda que he tenido nunca”, porque “no basta con que los músicos sean buenos”, sino que hay que conseguir “el lenguaje interno” perfecto. Y lo ha conseguido. Es por eso que se reafirma en que lo que el público disfruta ahora es “la mejor versión de Revólver posible”.
Si tengo que cambiar un solo ápice de la música que hago para llenar estadios, ya no me vale
"Sin canción, no hay nada”
Treinta años después, Goñi sigue siendo fiel a sí mismo y a sus cimientos, como lo es la canción. “Creo que es el principio y el final de cualquier cuestión musical”, y vaticina: “si la canción no merece la pena, tarde o temprano va a hacer aguas”. Aunque no es ciego, ni mucho menos ingenuo. “No significa que, con una producción muy vanguardista, no puedas vender un número descomunal de copias, inclusive hacerte un montón de conciertos con los que hacerte un dinero”. Pero ese nunca ha sido su objetivo. “Mi caso no tiene nada que ver con eso. Me considero más un artesano, y los artesanos venden muy pocos pares de zapatos, pero duran toda la vida”.
Que Carlos siempre se ha atrevido a hablar sin miedo a las consecuencias es por todos sabido, y es por ello que no tiene pelos en la lengua a la hora de mencionar a los “ofendiditos” cuando le preguntamos por la situación de nuestro país, especialmente la política. “Creo que se ha cogido el discurso de bar y se ha llevado al Congreso, y con prácticas como esa me parece que poco vamos a avanzar”.
Si le preguntamos si prefiere el dolor o la alegría, nos cita a Lord Byron. “Decía que, para escribir un poema de amor, tenías que ser un absoluto desgraciado o estar absolutamente enamorado”. Ambas valen como inspiración porque, considera, “mientras te corran cosas por dentro, serás capaz de hacer algo que merezca la pena”. Lo tiene claro. “Los mejores creadores de mundos nuevos han sido tipos a los que, por dentro, les corría la vida”.
Una vida que, bien sabe Goñi, da muchas vueltas. De querer ser jugador de balonmano y profesor de Literatura, pasó a convertirse en el líder de una banda que es ya leyenda. Y, aunque pudo “intercambiar un sueño por otro”, lo reconoce; morirá músico. “Una de las cosas jodidas que tiene la música es que, normalmente, te exige tanto que no te permite tener amantes”, se ríe. “Te enseña a ser una absoluta nulidad intentando hacer cualquier otra cosa que no sea esto”.
Carlos Goñi, junto a nuestra redactora. Imagen: redacción
Las expectativas
Pese a llevar décadas de trayectoria a las espaldas, insiste en que “ni voy a pasar a pertenecer a los libros de historia ni me interesa”. Cree que su “aportación real a la música” fue Argán (2011), porque “le di una patada a una puerta en la que nadie se había introducido”. Más allá de eso, “todo depende de tus expectativas; yo he conseguido que mi vida esté a la par de mis expectativas, y no es sencillo”. Unas metas que siempre se han basado en ser fiel a sí mismo. “Si tengo que cambiar un solo ápice de la música que hago para llenar un estadio, ya no me vale. Me niego a serme infiel para serte fiel a ti”.
Una firmeza que le ha regalado unas memorias de las que sentirse orgulloso; qué mas se puede pedir. “Jamás he pensado que cualquier tiempo pasado fue mejor”, e insiste en que, ahora, lo que quiere es “disfrutar lo que tengo”, porque lo contrario sería de necios. “Cuando crees que tienes todo, qué vas a pedir, ¿una tele más grande?”.