Durante la peor época de la pandemia, una corporación mostoleña llamada Hersill impulsó la producción masiva de los tan necesarios respiradores Vitae 40. Así, y con solo 60 trabajadores, surtió a centros de salud de toda España. En 10 semanas, creó más de 4.000 ejemplares de estos artilugios desde su fábrica, situada en situada en el polígono Las Nieves de Móstoles. 

Fundada en 1973 por uno de los pioneros del sector en España, Benjamín Herranz, la empresa diseña y fabrica aparatos "de la mejor calidad y con la más moderna tecnología, poniéndolos a disposición de los profesionales médicos y sanitarios, ayudándoles a tratar las dolencias y a cuidar de la salud de la gente", según reza su página web.

Acuerdo con la CAM

Tal y como recoge El país en una entrevista a Herranz, el modelo de respirador había sido diseñado para UVI móvil, había sido aprobado por la Unión Europea en 2019 y su fabricación estaba en fase inicial con una previsión de fabricación de apenas 100. Tras ver incrementarse la demanda por la COVID-19, informaron a la Consejería de Sanidad que, el 14 de marzo, les pidió que rechazaran pedidos de exportación, preservando los equipos para la CAM, por lo que ahora los centros de salud madrileños se encuentran mejor previstos. De esta manera, ahora la empresa sí se permite exportar las máquinas a países que los necesitan, como algunos situados en África, Sudamérica o Asia. 

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