Hace veinticinco años, quienes hablaban de calentamiento global, crisis ecológica o términos semejantes, eran tachados, por lo general, de catastrofistas poco menos que apocalípticos. Hoy el cambio climático es innegable, y sus preocupantes primeras consecuencias son perfectamente perceptibles para cualquiera.
Cabe recordar que los tres veranos más calurosos desde que se tienen registros se han producido en los últimos siete años, y que la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha tenido que cambiar sus paneles para reflejar aumentos de temperatura que hasta ahora no se recogían, como los 47,4 grados registrados el pasado mes de agosto en Montoro (Córdoba). La borrasca Filomena o los 50 grados alcanzados este verano en Alaska no son más que señales cada vez más explícitas.
Por eso las ciudades, ámbito territorial estratégico para mitigar sus consecuencias, tenemos el deber de tomarnos muy en serio la transición ecológica y afrontar la descarbonización y la modernización verde como un eje transversal en todas las políticas públicas locales.
Debemos tomarnos muy en serio la transición ecológica y afrontar la descarbonización y la modernización verde.
En Móstoles nuestro grupo municipal ha centrado en este campo la mayoría de nuestras iniciativas, con propuestas de reindustrialización verde (nuevo District Heating), de mejora de la eficiencia y generación de empleo verde (oficina de rehabilitación energética, instalación de paneles solares en los edificios municipales), de cambio en el modelo de movilidad (mejora del transporte público, servicio de alquiler público de bicicletas BiciMost…), o varias iniciativas para reponer todo el arbolado perdido con la tormenta Filomena, entre otras muchas propuestas en materia “verde”.
Este tipo de propuestas de nuestro grupo generalmente han sido aprobadas con mucho apoyo de otras formaciones (de hecho, la mayoría por unanimidad) y varias fueron incluidas en los presupuestos de 2020 y 2021.
Sin embargo, para nuestra sorpresa, el apoyo político unánime no ha impedido que la mayoría de los proyectos duerman el sueño de los justos en el cajón de algún despacho del gobierno municipal, que parece confundir con demasiada frecuencia el interés partidista con el interés general.
Seguiremos insistiendo. La Agenda 2030 y los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) no son sólo pines para lucir en la solapa, sino una necesidad imperiosa de reorientación estructural de las políticas antes de que sea demasiado tarde.