OPINION | Doble toque al sueño europeo

Diez segundos de un partido que superó los 120 minutos emborronan un encuentro de titanes

Diez segundos de un partido que superó los 120 minutos emborronan un encuentro de titanes

Imagen: X

La norma elevada al máximo exponente fulmina el paseo del Atlético de Madrid en la Champions. Una semana después, las imágenes del penalti de Julián Álvarez continúan llenando conversaciones en bares y marquesinas de autobús. Enfrascados en un replay constante, diez segundos de un partido que superó los 120 minutos emborronan un encuentro de titanes. 

 

Con un penalti anulado que pilló de imprevisto hasta a los propios comentaristas, los abogados del diablo salieron al paso. Lo que dicta la norma va a misa, no cabe reproche alguno, pero eso no exime el absurdo de la regla. Normas como estas acaban con el sentido más humano del fútbol: sensores en balones y líneas controladas por la tecnología más precisa que rompen la espontaneidad. Digo esto lejos de la rabia del momento y con la introspección de los días, considero que dónde hay una norma excesivamente exigente debe entrar la mirada de los profesionales para debatir si fue o no un movimiento pensado al dedillo. Si dejamos que el fútbol quede en manos de la tecnología, el fuera de juego automático será la peor de las pesadillas para jugadores con narices prominentes. 

 

 



Normas como estas acaban con el sentido más humano del fútbol

 

Tal vez mi miopía rojiblanca me haga imposible ver el "clarísimo" doble toque que ven muchos, pero soy de las que defiende el fútbol como deporte y no como matemática precisa. No hay debate: el fútbol necesita reglas claras para garantizar la igualdad, pero -si dejáramos los colores a un lado- cualquier amante de este deporte se rasgaría las vestiduras al ver como un penalti decisivo se anula en octavos por un resbalón fortuito. 

 

Dejando a un lado la controversia, noches europeas como ese fatídico 12 de marzo en el Metropolitano me hacen seguir soñando. Lejos de los tristes eufemismos que muchos quieren atribuir al club colchonero, los que nacimos con corazón y coraje reconocemos en jornadas como esta las razones de nuestro amor. Ser del Atleti es creer en una filosofía para locos que aún en la derrota ve motivos por los que levantarse. Aunque muchos expertos quieran vender el encuentro como "la supremacía blanca", el partido demostró que estamos ante la nueva generación del antiguo Manzanares. Como dice el refranero español, "todo se andará" y de resistencia sabe mucho el Atleti. 

 

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