Mala semana para la relación entre ciudadanía y política. Son muchos los españoles, ajenos a las cuestiones políticas diarias, que no entienden que a estas horas los precios del abono transporte han vuelto de repente al 2019 acabando con las ayudas, tampoco comprenden que los pensionistas se vayan a quedar sin la revalorización de sus pensiones, o que no se vaya a subir el Salario Mínimo Interprofesional. Lo cierto es que casi todas las medidas eran apoyadas por el PP, pero los populares han decidido seguir 'castigando a Sánchez' e intentar ajustar cuentas con el PNV a quien no perdonan aún (quizá nunca lo hagan) que dejaran caer el Ejecutivo de Mariano Rajoy.
El posicionamiento político del PP en el Congreso tiene difícil justificación y así lo está sintiendo gran parte de la ciudadanía. Tampoco tiene justificación lo que ha hecho Junts, pero cuando hablamos de Puigdemont es como lanzar una moneda al aire. Los de Feijóo sostienen que no pueden votar un decreto lleno de medidas, que la gran mayoría apoyan, porque se incluye la cesión del ya famoso palacete de la Avenida Marceau de París que alberga la biblioteca del Instituto Cervantes. ¿En serio se está supeditando el interés general de los ciudadanos por la titularidad de un edificio en Francia? pues sí. Y para rizar el rizo, resulta que lo que hace ahora el Gobierno de Pedro Sánchez con este palacete es cumplir un acuerdo que en su día firmó Mariano Rajoy con los vascos y que incluso Aznar en el año 1996 también se había comprometido.
Este palacete, tras una investigación enmarcada en la Ley de Memoria, fue comprado por el PNV en 1936 con fondos propios. Pero tras la entrada de los alemanes a la capital francesa incautaron el inmueble a sus legítimos dueños y se lo entregaron poco después al régimen franquista. Los peneuvistas llevan años reclamando la devolución y ahora, a pesar del voto de la semana pasada en el Congreso, están más cerca que nunca de recuperarlo.
Pero el Partido Popular, en vez de mirar por los intereses de la mayoría ha querido seguir poniendo en evidencia que la fragilidad del Gobierno de Sánchez es altísima y que así no se puede gobernar. Un mensaje contrario a las acusaciones que hacen desde la derecha al presidente del Gobierno de ser un autócrata. No puedes ser débil y autócrata al mismo tiempo.
Pero esto son cuestiones de la pelea política diaria. La vida fuera del Congreso discurre por otros derroteros y lo cierto a estas horas es que nos va a costar más llegar a nuestro trabajo, los pensionistas no podrán contar con su revalorización y las familias vulnerables vuelven a tener encima de sus cabezas la espada de Damocles de un desahucio.