La Justicia sienta en el banquillo a toda la esfera de la Real Federación Española de fútbol. El expresidente, Luis Rubiales ha sido juzgado por su piquito a Jennifer Hermoso durante la entrega de medallas del Mundial de 2023 a la jugadora Jennifer Hermoso.
Un piquito que nos ha recordado el machismo institucional que sigue manchando el terreno de juego, la impunidad con la que ciertos dirigentes han operado durante años. Sin duda, este juicio ha sido la noticia estrella de estas semanas porque ha dejado claro -en primer lugar- la chulesca libertad con la que ciertos cargos futbolísticos actúan al contestar a un letrado, pensando estos que una sala judicial es la Federación organizada bajo sus hilos.
No se nos olvida tampoco que este juicio vuelve a sacar a la luz las presiones que sufrieron los actores principales involucrados en esta polémica, presiones para sostener la imagen de Federación. Una Federación que, por mucho que intente sostenerse, se sigue desmoronando por su propio peso. Si el mundo fuera justo: hoy hablaríamos de condenas y de varias inahibiltaciones.
A la gran losa que hunde al futbol femenino español, que trata de salir a flote por sus propios logros y no por polémicas ajenas; se suma ahora la bochornosa imagen de la jugadora del Barça, Mapi Leon contra la jugadora del Español, Daniela Caracas. Algunos han utilizado esto para atacar el doble rasero del feminismo: pues me mojo. Sorpresa: las imagenes de León son iguales de condenables que las de Rubiales. La única diferencia es que el piquito del expresidente os costó más verlo a pesar de que se retransmitió en abierto mundialmente.
No hay más ciego que el que no quiere ver: como Mapi León negando las imágenes y como Rubiales diciendo que fue “mutuo, eufórico y consentido”. Aunque a veces nos de la sensación de que vivimos en el mundo al revés, sigamos luchando y abanderando causas para que las polémicas de hoy sean victorias del futuro de las que vienen.