Domingo, 3 de septiembre, hora de comer. Todos los teléfonos encendidos que estaban conectados a las antenas de la Comunidad de Madrid comienzan a emitir un ensordecedor aviso en el que nos comunican de un peligro extremo por la llegada de lluvias torrenciales a la Región. Había que resguardarse en casa y nos recomendaban evitar cualquier desplazamiento. Fue el estreno en nuestra región del sistema de envío de alertas a móviles que permite a las autoridades, en este caso Protección Civil, trasladar a la población de manera masiva avisos que afectan a nuestra seguridad.
Y cómo casi siempre en los últimos tiempos se abrió el debate político, un poco absurdo, sobre la utilidad o no de estas alertas y sobre la invasión a nuestra intimidad con ellos.
Periodistas, políticos y opinadores de todo pelaje pasaron la tarde criticando el dichoso mensaje. Los hubo que pasaron de la crítica a la alabanza cuando descubrieron que no fue el Gobierno del malvado Sánchez el que nos mandó el aviso, sino que esta vez fue el Ejecutivo de la libertad de Isabel Díaz Ayuso el que nos rogaba que nos quedáramos en casa.
En ese afán de politizar todo, porque ya dijo Aristóteles que el hombre es un animal político, dirigentes populares como Juan Manuel Moreno Bonilla, José Luis Martínez Almeida o el propio Alberto Núñez Feijóo han criticado esta alarma. El presidente andaluz ha dicho que hay que ser más prudente con estos avisos para no afectar a la actividad comercial. El alcalde de Madrid y el presidente del PP han pedido aún más finura en la previsión meteorológica. Menos mal que esta vez nuestra presidenta regional ha optado por la mesura y se ha puesto del lado de los que defienden la utilidad de Es-alert.
La llegada de un fenómeno extraordinario que pueda afectar directamente a la seguridad de miles de personas en una región concreta es justificación más que suficiente para que las autoridades tengan la posibilidad de avisar a los ciudadanos, sobre todo, cuando este aviso salva vidas.
Los vecinos de El Álamo, Aldea del Fresno, Villa del prado, Villamanta, Villanueva de Perales o Navalcarnero han podido comprobar de primera mano que esa alerta sirvió para que se tomaran las precauciones suficientes para salvar vidas. Aún así, hoy tenemos que lamentar pérdidas humanas, consecuencia de esas destructivas riadas. Pero la situación podría haber sido peor si no se nos hubiera avisado.
El debate sobre la intimidad es también nimio a estas alturas de la película. Todos los días, casi todos recibimos mails, llamadas, mensajes de texto, WhatsApp de compañías con todo tipo de ofertas y aceptamos la situación. Es verdad que una nueva legislación quiere poner freno al marketing telefónico. Veremos si lo consigue, pero desde hace años nuestros datos privados circulan de empresa a empresa en enormes bases de datos que en muchos casos se venden al mejor postor.
Los políticos deberían dejar de alentar debates sobre las alertas de seguridad y preocuparse más por la alerta roja que lleva años encendida, avisando de la mala salud de nuestro sistema político.
La Comunidad de Madrid estrenó el servicio de alertas de Protección Civil con polémica