“Un mes negro”. “Hablando en cifras, el peor desde el año pasado”. “Un mes oscuro para las mujeres”. Sí, es cierto, mayo ha registrado la tasa de feminicidios más elevada desde 2020 y, sin duda, el repunte de casos de violencia de género es impactante y hace inevitable que expresiones como las que recojo en este artículo sean leídas y escuchadas a menudo estos últimos días. Sin embargo, llama la atención cómo mientras repetimos este sonsonete y nos lamentamos ante el escenario que nos atraviesa, seguimos condenando a las feministas, que no paran de verbalizar que la violencia sí tiene género como respuesta al discurso negacionista que obvia el profundo origen machista que actúa de denominador común en los asesinatos de mujeres.
No se trata de casos aislados. No sirve hacer un ejercicio de abstracción para imaginar qué ocurriría “si hubiese sido al revés” porque nunca se da así. Es innegable que existe una violencia muy concreta que se dirige contra las mujeres y que va más allá del golpe o el asesinato, porque forma parte de todo un sistema, de una estructura mayor que lleva siglos perpetuándose. La resistencia a aceptarlo supone un verdadero problema y si no llamamos a las cosas por su nombre es imposible identificarlas y erradicarlas. A todas las mujeres que asesinaron el pasado mes de mayo las mataron hombres, en un contexto de violencia de género. Esta mañana hemos sabido que la ex pareja de Rocío Caíz la ha matado y descuartizado, de nuevo, en un contexto de violencia de género. Ayer mismo, una de las niñas secuestradas por su padre en Tenerife apareció sin vida y, otra vez, nos topamos con un contexto de violencia de género en el que había amenazas previas del progenitor hacia la madre de sus hijas, a las que ha utilizado como medio para culminar la estrategia de control y daño contra su ex pareja.
Entre tanto, seguimos hablando de feminazis, de mujeres que odian a los hombres y de un supremacismo feminista que va a arrasarlo todo si no empezamos a poner coto. Eso sí, en seis meses, 18 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas. ¿De verdad vamos a seguir cuestionando y ridiculizando la expresión de la lucha feminista mientras sigue la barbarie?