Taquígrafas y estenotipistas especie profesional en extinción, limitada hoy al Parlamento, observan que sus señorías han llenado el discurso parlamentario de muletillas y frases hechas. Con diferencia la más reiterada es: «como no podía ser de otra manera». ¡Curioso!
Sí, curioso. Pues si dijéramos que son científicos o matemáticos los que hacen tan irrefutable afirmación… pero no, ¡son los políticos! La política es, o debería ser, el arte de saber ofrecer alternativas (variadas) para “intentar solucionar” los problemas de la comunidad. El debate democrático es el contraste de opciones y estas, finalmente, no son exclusivas ni excluyentes de nadie. Sin duda hay un protagonismo innegable del que la presenta, ya sea gobierno u oposición, pero tras ese momento el producto final de la “solución alcanzada” pasa a ser patrimonio de todos aquellos que participen. Abstenerse de participar en las soluciones es una actitud sin duda democrática, aunque lo políticamente relevante es mejorar la propuesta o incluso plantear una alternativa, aunque sea radicalmente distinta. Quien calla otorga, ya se sabe. En todo caso, la política es un toma y daca de intercambios entre visiones diferentes. En definitiva, salvo la muerte, siempre todo puede ser de otra manera. En todo hay que buscar todas las maneras (soluciones) posibles para encontrar la mejor. En una sociedad como la nuestra renta más estar en las soluciones que en los problemas, estando cada uno a su manera.
Siempre hay ocasiones para demostrarlo
Al patrón de los patrones, el Presidente de la CEOE, le hemos visto en los últimos días en dos imágenes que evidencian que hay muchas formas de estar en la búsqueda de soluciones. Una, en la Asamblea General de la CEOE, muy emocionado siendo aplaudido por sus colegas tras los ataques recibidos por decir que los indultos, aun no siendo partidario, pueden ser una manera de buscar la normalización de Cataluña. Si los indultos llevan a normalizar las cosas, bienvenidos sean. “Normalizar” término perdido, olvidado, por algunas de sus señorías. La segunda imagen, es (Garamendi) firmando con Sindicatos y Gobierno el acuerdo sobre pensiones. Acuerdo importante para España. Normalizar es empezar a ver entre todos (la mayoría) las cosas de otra manera. Tener menos verdades absolutas, menos uso y abuso de palabras grandilocuentes para describir las cosas, mucha más contención del lenguaje pensando las consecuencias de cada palabra y sobre todo no confundir escuchar con solo oír, aunque se haga bajo la modernez de hacerlo activamente ¿escuchar con sonotone digital?
La segunda ha sido la firma del acuerdo sobre pensiones. Esencial para la reforma eficaz del sistema público con un importante doble significado. Restablece el consenso y el acuerdo en el marco del Pacto de Toledo, que desde 2013 se había perdido por la reforma unilateral del Gobierno del PP y, muy para tomar nota, la evidencia de que los avances en nuestro sistema (político) son más fructíferos si se hacen con consenso.
El gobierno, este gobierno, tiene una inmensa fortuna y una terrible desgracia. La fortuna tener al frente de la Organización empresarial a una persona que pone, por encima de sus credos políticos, que seguro los tiene, los intereses del país. Talento y talante. Ello adquiere más valor si consideramos que tenemos un líder de la oposición ferviente practicante de la vetocracia. Disponer de organizaciones sociales y económicas con las que existe la posibilidad de compartir visiones plurales y aunar esfuerzos sin perder cada uno su posición es muy a tener en cuenta. El Gobierno, en su difícil equilibrio con un exiguo respaldo parlamentario y con la necesidad de poner en marcha una maquinaria de gestión económica financiera sin parangón con objetivos muy determinados y con un horizonte temporal escaso, no debe desaprovechar a alguien que es capaz de liderar al empresariado español por ese sendero. Hacer un mentecato electoralismo cortoplacista en todo momento y sobre todos los asuntos no tiene sentido. La comunicación sin política, sin propuesta y gestión es como querer regar el campo sin haber plantado. Como bien dice el tótem del reaccionarismo español actual, en otro sentido y sin amenaza ni chulería, son días para apuntar, para tener en la cabeza y no olvidar. No hace falta estar de acuerdo en todo, pero sí en aquello que nos proyecta hacia futuro, inexcusablemente compartido.
Buscar salidas a la cuestión catalana o consensuar la reforma de las pensiones o la reforma laboral exigida por la UE es un claro ejemplo de ello. Reforma (laboral) que parece, a tenor de lo publicado, en un informe la CEOE calificada propuesta gubernamental como “marxista”, ¡Dios santo, que querrá decir el escribano!
En el ridículo juego de la comunicación efectista, esto es lo que hay que publicitar para demostrar que los empresarios no están vendidos al gobierno. Ni reformas marxistas, ni clamores populares a favor de los indultos. El gobierno tiene que gobernar, proponer y gestionar, y necesita consensuar en el Parlamento y con las Organizaciones sociales, ahora más que nunca.
Como todo puede ser de otra manera, hay que de poner por delante la política y las políticas al bla, bla comunicativo de los qué y los porqués. Los ciudadanos no quieren vivir experiencias políticas, como en los viajes turísticos, quieren soluciones a los problemas. Eso sí, que unos y otros sean explicados de forma transparente, diciendo la verdad.
Nota: La disfunción y decadencia que observan los expertos en el sistema político está relacionada con la polarización extrema de los discursos, convirtiendo todo en un ejercicio cansino de politización y espectacularidad…lo más mejor frente a lo más peor y todo aquel que se sitúe en medio tendrá como resultado que le pongan guapo. Los vascos lloran como todos los españoles, pero no es obligatorio que nos hagan llorar, también puede ser de otra manera. Una sola manera sólo es para los faltos de criterio.