"Nos están invadiendo con criminales disfrazados de refugiados", "una ciudad presa del miedo", "no queremos MENAs en Fuenlabrada, Chamberí, ni en ningún sitio de España"... Podría seguir citando numerosas frases que se propagan contra los migrantes que llegan a España. Expresiones como "criminales", "invasores", "no les queremos aquí", que se difunden sin filtros y nos recuerdan a aquellas épocas oscuras en las que cuestiones tan básicas como tener otro color de piel o seguir una cultura diferente podían causarte la muerte.
Seguro que al leer ese párrafo enseguida se nos viene a la cabeza un partido político concreto, sin embargo, el Gobierno de España acaba de ceder las competencias a una formación que está más cerca de la xenofobia que los verdes: Junts. Aquí se plantea otra cuestión, ¿España es racista?
En el fondo creo que tenemos un espíritu de acogida que entre los extremos nos la están robando. Si bien es cierto que la migración descontrolada está siendo una llamada a gritos para las mafias, también lo es que nadie quiere salir huyendo de su país a causa de las guerras o la más absoluta pobreza. Si nos pusiéramos por un momento en la piel de estas personas, estoy segura de que más de uno abriría las puertas de su casa para acogerles.
No obstante, aquellos que aplauden su llegada también se encargan de poner alarmas en sus puertas, "por si acaso". ¡Ah! Y a mi ciudad no les traigas, que los vecinos necesitan sentirse seguros, llévalos a otros puntos de Madrid, invéntate nuevos centros de acogida, constrúyelos en un día mientras yo, alcalde de turno, no soy capaz ni de construir viviendas asequibles en años. Eso sí, la bandera socialista la llevo bien alta, que se vea a quién pertenezco.
En esta jungla de ideologías podemos incluir a los que se consideran cristianos/católicos, personas "arraigadas" en el amor al prójimo que, cuando tienen que acoger a migrantes que huyen de sus países, enseguida se suman a los discursos de odio. El propio Papa Francisco dijo que no acoger a estos extranjeros suponía levantar muros entre regiones y, por ende, en el corazón; un comportamiento alejado de lo que se supone que es el catolicismo.
Entonces, ¿cuál es la fórmula correcta para la llegada masiva de migrantes que favorece a las mafias, además de la denigración de derechos al estar hacinados por falta de centros en las comunidades autónomas?