Estamos en la semana de Fitur, el momento en el que Madrid se llena de Turismo. Mi experiencia universitaria y laboral empezó en ese área, así que no puedo evitar hablar del tema, de cómo influye a la economía de nuestra región, pero también a las vidas de nuestros vecinos.
España es uno de los países más turísticos del mundo, cada vez más alejados del turismo de Sol y Playa que nos dio la fama y con unas ofertas más complejas, adaptadas al turista, que buscan dar mayor calidad, tanto para fidelizar al cliente como para obtener mayores beneficios. Como cualquier otra industria, el Turismo se está reinventando y pretende ser más sostenible en todos los aspectos.
Pero me quiero centrar en el caso concreto de nuestra región. Por supuesto, la playa no es uno de los activos de Madrid, pero contamos con una potente industria turística que va mucho más allá del tradicional Turismo Cultural. En Madrid hay turismo deportivo, de shopping, rural, gastronómico, de ocio o de aventura.
Más de 14 millones de turistas han llegado a nuestra Comunidad en 2023. A mí, la verdad es que me parece mucha gente, pero hay que contar con que se han gastado más de 15.000 millones de euros, lo que supone un 8% del PIB de nuestra región.
En ciudades como la propia Madrid, Alcalá de Henares, Aranjuez o San Lorenzo del Escorial, en las que hay zonas que se han perdido para los vecinos porque los turistas las han copado. En momentos puntuales, es imposible andar por las calles de los lugares turísticos y menos pensar en llegar con tu coche a descargar la compra.
En el centro de Madrid cada vez hay más pisos turísticos, más hoteles, más restaurantes... Y menos casas. ¿Es un problema de que a los promotores les sale más rentable alquilar las viviendas con fines turísticos o es que los centros urbanos son cada vez menos habitables? Los elevados precios, desde luego, no ayudan a vivir en el centro, pero tampoco la dificultad para moverse, el ruido, las aglomeraciones o la inseguridad. Los servicios cambian y ya no es fácil encontrar una carnicería o una pescadería, porque los mercados municipales se reinventan en centros de gastronomía y las tiendas de barrio ganan más si enfocan sus productos a los visitantes. En conclusión, los que vivían en el centro prefieren buscar una casa más barata a las afueras donde, además, su vida será más fácil, porque podrán aparcar en la puerta, salir sin cruzarse con un millón de personas o comprar el pan al lado de casa.
En Madrid esto es flagrante, pero no solo ocurre en la capital
Desde luego, en Madrid esto es flagrante, pero no solo ocurre en la capital, Alcalá de Henares tiene una rica oferta turística y cultural, algo que a los vecinos del centro les complica bastante la vida. Andar por la calle Mayor cuando se celebra la Semana Cervantina es misión imposible, algo a lo que los alcalaínos están medianamente habituados, pero cuando este tipo de eventos se repiten cada fin de semana, la cosa empieza a molestar demasiado y los lugareños se van a la periferia. Normal.
Las Fiestas de San Sebastián de los Reyes son otro de los reclamos turísticos de nuestra región. Un momento en el que muchos sanseros disfrutan de su ciudad y muchos forasteros vienen llamados, sobre todo, por los encierros de la Pamplona Chica. Pero también hay otros muchos vecinos que tienen que huir de sus casas para no soportar los ruidos y el mogollón de las fiestas. Pero como mucha gente hace negocio en estas fechas y está acotado en un momento puntual, parece que está mal quejarse.
La plaza de Chinchón hace muchos años que se convirtió en un escenario para turistas de fin de semana. Muchos vecinos viven del turismo y asumen que los bares y restaurantes de su plaza sean un reclamo para gente de toda España, aunque eso haga que los menús sean más caros y a veces no tengan mesa para sentarse a la solana, pero si no hubiese turismo tampoco tendrían tantas opciones hosteleras.
Aranjuez es otra de las joyas de la corona madrileña. El palacio, que bien vale la pieza del Maestro Rodrigo, forma parte de la Red de Patrimonio Nacional y por sus jardines transitaron el año pasado más de un millón de visitantes, una cifra nada despreciable para una ciudad de poco más de 60.000 habitantes.
Son solo algunos de los ejemplos del turismo que se va (un poco) de las manos, aunque también hay otros ejemplos que mejoran la vida de los municipios, sobre todo cuando es incipiente. Me refiero a los pequeños pueblos que consiguen riqueza y servicios gracias a la oferta turística que se instala en su territorio.
Sin lugar a dudas el Turismo crea riqueza, y las administraciones apuestan por ello porque ayuda a esa parte de los vecinos que viven de esta industria. Hoteleros, hosteleros, guías turísticos, tiendas de souvenirs o ciertas iniciativas de ocio se apoyan en los ayuntamientos o en la Comunidad de Madrid para que atraigan a los visitantes y poder vender ellos sus servicios. La administración, en contraprestación, recaudará más de esas empresas y podrá seguir vendiendo su oferta turística en ferias como Fitur.