Este mes voy a dedicar estas líneas a la reflexión, a la autocrítica y a la realidad.
Covid, nieve, pandemia, bicho, vacunas, Filomena… Eso llevamos un año, sí señores, un año ya escuchando. ¡Qué hartura! Saldremos más fuertes y mejores personas tras el confinamiento. Eso lo hemos oído un millón de veces y ¿qué hay de cierto en ello? Nada de nada.
Hemos salido igual que entramos. El malo, es malo. El bueno, es bueno. Y el regular, sigue igual. Un año sin esperanza, un año sin ilusión nada más que la de evitar coger el bicho. Un año de pérdidas humanas irrecuperables, de dolor, de secuelas, de crisis sanitaria y lo peor, si señores, lo peor está aún por llegar.
Crisis económica y social, lo que ningún dirigente quiere poner en su boca y que todos los que tenemos contacto con la calle, con la gente, con los vecinos, porque somos eso, gente normal, sabemos que ya nos está quitando el sueño.
Para afrontar esta ruina que tenemos encima tan sólo pediría dirigentes con conocimientos de la calle, de la realidad, de la sociedad, de la empresa, de la industria… Dirigentes, capitanes de barco, con dos dedos de frente y con los pies sobre la tierra que sepan lo que hay en la calle. En cambio, vemos que estamos gobernados por muchos, que gracias a Dios no son todos y hay administraciones como la autonómica que se salvan (Gracias, Presidenta Ayuso), que no saben lo que hay en la calle.
Estos dirigentes o algunos de los que quieren serlo podrían agruparse bajo el paraguas de tres grandes etiquetas: los mentirosos (ya sabéis de quiénes hablo), los que pasan de nosotros pero se aprovechan de nosotros (casoplones y niñeras, aparte) y los que gritan, gritan y gritan para que se les oiga y para taladrarnos el cerebro con sus soflamas rimbombantes y con poco que rascar.
Ante esto me quedo descorazonada. Yo quiero un Casado al frente de España. Un político serio y preparado que no grite, que no mienta y que nos solucione la vida dándonos trabajo y bajando impuestos. Quiero a Ayuso: mujer, valiente y luchadora. Ella es mi referente este 8M. Y, por supuesto, un Almeida como Alcalde de todos y para todos (y eso que la que lo escribe es madridista convencida).
Déjanos que trabajemos para ti, para todos, con sinceridad, tesón, responsabilidad, con gente preparada y, sobre todo, con gente real como tú, como yo.
De corazón, gracias.