Antonio Caballero
@DonAntonioCG
Ha pasado más de un mes desde que Pablo Sánchez Valladares consiguiera sorprender a compañeros y aficionados en la pista cubierta de Expourense. Allí, se proclamó Campeón de España de Atletismo en la modalidad de 800 metros. Se confirmaba lo que ya veníamos atisbando: Torrejón de Ardoz ha criado a un nuevo campeón.
“Creo que sigo un poquito en shock”, nos contaba el propio Pablo días después de la prueba. “Sigo ahí, en esa nube. Es que sabía que estaba muy bien, pero los otros dos a los que gané son muy superiores en cuanto al 800. Uno es sexto del mundo y otro es cuarto de Europa en pista cubierta”, explica el atleta torrejonero. Y, sin embargo, venció.
Fue el más rápido, sobre todo, porque supo leer mejor que sus rivales la carrera: “me conozco bastante y tengo mucha confianza en mi final. Sé que soy bastante rápido y vi como los dos estaban centrados en cambiarse. Ellos estaban viendo otra carrera distinta. Fue esperar el momento y confiar”. La confianza le dio un plus que le sirvió para frenar el crono en 1:53.64. Tras confirmar su victoria se lanzó a los brazos de la persona más importante de su vida: su madre.
Esperar y no desesperar
Ahora, como el resto de deportistas, entrena en casa y cuenta las horas para volver a los entrenamientos. Hablamos con Pablo justo antes de que se confirmara el confinamiento para la población española. En esos días previos, el deportista de Torrejón de Ardoz ya mostraba la preocupación de los deportistas: “tenemos bastante miedo. Todo esto del coronavirus te crea dudas. Piensas: y, ¿para qué voy a seguir esforzándome si se va a suspender o no sé sabe si se va a hacer? Confío en que esto sea algo que se pase en unos meses y se pueda volver a la normalidad”.
Unos Juegos, para un chaval de 22 años, es complicado. Pero creo que hay algo, hay una mínima parte de que haya opciones
Todo lo que ha ocurrido con el coronavirus ha frenado los sueños de un Pablo que iba a llegar a las competiciones de verano cargado de moral. Un verano que, además, contaba con el aliciente de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. La cita olímpica tendrá que esperar un año. “Unos Juegos, para un chaval de 22 años, es complicado. Pero creo que hay algo, hay una mínima parte de que haya opciones”, asegura Pablo, que tiene en mente acudir al Europeo Absoluto para seguir sumando puntos que le permitan estar en Japón el siguiente verano.
Unas croquetas mágicas
Los deportistas, sobre todo, los atletas, se juegan todo a una carta. Cualquier pequeño detalle puede decantar la balanza entre el éxito y el fracaso. En el caso de Pablo, ese pequeño detalle en el oro nacional tuvo forma de croquetas caseras. Concretamente, las croquetas de la, también, deportista Marina Lobo. El viaje a Ourense lo hizo, precisamente, con los padres de Marina, que llevaban un buen cargamento de croquetas: “sabía yo que esas croquetas tenían algo, porque en años anteriores los que las habían comido, previamente, habían ganado. Me comí todas y no dejé ni una”.
Detalles aparte, Pablo está encantado por el cariño que le ha mostrado el pueblo de Torrejón de Ardoz tras su victoria en Ourense. También, asegura que se encuentra en su mejor momento de forma, mucho más que cuando logró el bronce en el Campeonato de Europa Sub-23. Y, ante todo, es optimista para el futuro: “creo que, haciendo el trabajo bien y confiando en mi gente y en mí, pueden salir grandes cosas”.